Rodrigo Soler: Cantando historias

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Nació en Buenos Aires y desde muy chiquito recibió influencias musicales de su mamá, que le presentaba discos y cassettes que fueron alimentando su estilo: The Beatles, Serrat, Sabina, The Mamas and The Papas, Fito Páez, entre otros. Ya desde entonces, Rodrigo se encerraba en la habitación y con micrófonos de mentira ponía canciones y simulaba cantar. Imagino casi sin esfuerzo su versión chiquita haciendo playback hasta que un día, sin más, descubrió su propia voz.

Fueron los campamentos de la infancia los que vieron sus inicios como músico. Allí, entre guitarras y fogones, cantando y compartiendo juntos, Rodrigo se empeñó en aprender a tocar la guitarra, y, aunque es zurdo, sus ganas de aprender eran tantas que empezó a probar con lo había; por eso, hoy toca la guitarra como si fuera diestro. Con el tiempo empezó a ir a la casa de una profesora del barrio con una amiga y continuó su formación musical con otros profesores particulares.

Durante la adolescencia tocó en varias bandas, muchas se fueron desarmando y otras iban cambiando, en algunas componía y hacía coros. Mientras tanto, se anotó en el Conservatorio Manuel de Falla. El día que empezaba el tercer año, se subió a un avión y se fue a vivir a España. Aquello que había empezado como jugando se había transformado en su forma más pura de expresión. Allí pasó ocho años haciendo música y estudiando teatro, nutriéndose de experiencias, sonidos y gentes. Al volver a la Argentina centró toda su atención en su proyecto solista y grabó dos discos de estudio y dos de sesiones en vivo.

El tiempo que vivió en España dejó una marca indeleble en Rodrigo pues generó un vínculo profundo con la tierra de sus antepasados. Su abuelo se había escapado del franquismo durante la guerra luego de estar dos veces preso y en peligro de muerte. Aquel republicano incansable que recitaba poemas de García Lorca en sótanos clandestinos de Santander, y que al irse a vivir a Buenos Aires fundó el Deportivo Español con la intención de unir a los españoles exiliados, independientemente de su filiación política. Es curiosa la vida, mi abuelo paterno era de Santander. No puedo evitar pensar si se conocieron, si cruzaron caminos alguna vez, aunque el mío terminara en el Perú y el suyo en la Argentina, y que, luego se dieran las cosas para conocerlo aquí y ahora.

Escuchar a Rodrigo cantar en vivo o verlo en algún video transmite siempre mucha emoción, es inevitable sentir lo que él siente, sus canciones son como pequeños mundos de historias, y todo cobra sentido cuando le pregunto si la música ha despertado otros intereses, como la escritura:

El 08/12/23 Rodrigo lanzó oficialmente la segunda entrega de la serie Canciones desde el Búnker, y planea seguir con este formato maravilloso, componiendo nuevo material y planificando una nueva gira.

Canciones desde el Búnker (Vol. 2), es, además de un disco, un proyecto audiovisual que combina canciones propias con otras que surgieron a partir de encuentros creativos con diferentes colegas. De cada sesión en vivo se grabaron videos que se subieron a diferentes plataformas, acompañados de textos que cuentan historias relacionadas con cada composición, con el encuentro creativo o con alguna anécdota particular que da un sentido diferente o más profundo a alguna de las letras. Por eso no me sorprende que un proyecto de Rodrigo que aún está en el tintero sea la recopilación de muchas de sus historias en un libro. Hay tanto para contar que a veces una canción no alcanza, y él, con esa manera tan suya de llevarte de la mano por esos mundos, seguramente, publicará una joyita.  

Pero, volviendo a Canciones desde el Búnker (Vol. 2), les puedo contar que los temas fueron grabados en Argentina, Ecuador y España y tiene como invitados a Julián Oroz, Flor Albarracín, Gabriel Ventura Gulí, Rafa Pons, David Bonilla, Mike Lo Cane, Zambayonny, Dadu, Elenitakatá, Daniel Hare y Manu Clavijo. Háganse un favor y vayan a disfrutar de este regalo.

Le pregunto cómo se describiría y cómo cree que lo describiría la gente, sospecho que no es fácil la pregunta, pero él no se amilana:

Mientras escribo esto, escuchando las canciones de Rodrigo y sus invitados al búnker, tiene total sentido cuando comparte que

Si todavía no conoces a Rodrigo Soler te estás perdiendo de un artista que es puro corazón, franco, apasionado, curioso, inquieto y en constante crecimiento. Al final de estas líneas está el detalle de sus redes, vale la pena seguirle los pasos.

Me inspira la gente que no se rinde, que hace su camino con alegría y que disfruta los pequeños triunfos, muchas veces por esperar la gran victoria no festejamos los logros que vamos teniendo por el camino, que son los que nos van a dar fuerza para seguir.

Victor Veramendi: Misionero Incansable

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De Victor Veramendi me inspira su trabajo incansable por los que más necesitan. Fuimos vecinos durante muchos años, pero no lo conocí hasta que mi mamá (siempre el puente entre tantos eventos y seres maravillosos de mi vida) nos presentó un día. Hace tiempo le pedí esta entrevista y hace unos meses pudo hacerse un momento para responder. Me disculpo por la tardanza en publicar, el contexto actual y la tecnología me estuvieron jugando malas pasadas, pero llegó el momento de compartir con ustedes algo de él.

Hace años, poco antes de que mamá muriera, fue uno de los que estuvo más presentes, nos ayudó a cerrar la casa cuando tuvimos que venderla y luego nos hizo un inmenso regalo para hacer perdurar la memoria de mamá:  implementar bibliotecas infantiles y comunales en poblados rurales, con su nombre. “¿Un Pastor?” – me preguntaba alguna gente – “pero si ustedes son católicos, ¿cómo pueden relacionarse con otros ritos?”. No puedo explicar la indignación que recorría mi cuerpo cuando alguien aparecía con semejante comentario. “¿Te molesta que alguien nos ayude, se interese, nos acompañe respetando nuestras diferencias y centrándose en nuestras similitudes? ¿Qué haces tú para ayudar a otros a comer, a sanar, a educarse? ¿Haces algo?”. Silencio. Solamente entonces guardaban sus comentarios cargados de ignorancia. El amor al prójimo no lleva etiquetas, si eres una persona buena y haces el bien a los demás ¿dónde está el problema?. Nunca pude entenderlo.

Pero mejor, pasemos a lo que nos importa… Victor tiene 54 años, está casado (y su compañera es la socia perfecta en el camino que ha elegido) y tiene una hija. Sus padres, originarios de Áncash, le transmitieron desde pequeño la cultura andina, y, aunque nació, creció y vivió en Lima, nunca se desconectó de las necesidades y la realidad de los pueblos de los Andes.

Estudió Administración, Diseño Gráfico, Tipografía y finalmente, lo que ha llegado a definir sus prioridades, Teología y Misiología. Él se define primero como Pastor y, luego, como gráfico.

“Trabajo de manera independiente en impresiones, pero también dedico gran parte de mi tiempo y vida a la labor misionera, ayudando a personas e instruyéndolas en la Palabra de Dios. Soy Pastor y Misionero y he aceptado el llamado de Dios para bendecir sobre todo a las personas de la franja andina del Perú”, me cuenta.

Cuando le pregunto cómo descubrió su vocación, me dice: “Siempre he pensado en esta pregunta, creo que el llamado de Dios es la suma de muchas cosas. Es también todo un proceso en tu vida que te va preparando y Él llama en el tiempo preciso. El llamado de Dios no se trata de algo místico, menos religioso. Es la voz de Dios que habla en tu interior y que va creciendo conforme pasan los años. El llamado es muy personal, íntimo, cautivador, te persigue, te envuelve, te cautiva. Siempre es para bendecir al prójimo, nunca es para beneficiarse. No es que tú seas llamado porque eres mejor que otros, NO. Dios llama y quiere usarnos en medio de nuestras limitaciones, aún de nuestras debilidades.”

Me cuenta que los viajes que hace por los pueblos andinos del Perú van íntimamente ligados con su llamado; “tengo la certeza de que Dios me ha puesto un amor especial por la gente andina, sus costumbres, comida y geografía. La experiencia que he tenido ha sido maravillosa. La sierra con su influencia andina es una cultura viva que ha penetrado las otras regiones del Perú. Su gente y la calidez con que te reciben ayuda a comprometerse a trabajar con ellos para servirlos. A pesar de que son personas que quizás no han tenido oportunidades en educación, trabajo y desarrollo ellos son felices en medio de sus carencias… ¡cuánto tenemos que aprender de ellos!»

Le pido que me cuente algunas anécdotas de su trabajo en los andes peruanos y empieza:

“En Huancavelica, conocí a una sufrida mujer, más o menos de 40 años, ella tenía una triste historia. Viuda, madre trabajadora, su trabajo es lavar ropa en un cerro de donde brota agua heladísima. En una de nuestras llamadas me contó que el médico le había diagnosticado osteoporosis, ya que los huesos de las manos le dolían y se estaban deformando. La visitamos para verificar su estado y efectivamente no podía trabajar así. Juntamos dinero con los voluntarios y gente caritativa y le compramos una buena lavadora como su herramienta de trabajo. Ver su rostro de felicidad y agradecimiento era conmovedor.

Otra historia en Ancash, casi a las faldas del nevado Huascarán, conocí a una encantadora abuelita llamada Rosita. Ella debe tener 80 años, cada vez que voy por allá me recibe con los brazos abiertos, tiene una buena memoria. Ella vive en un centro poblado llamado Piscuy en Yungay, casi a las faldas del Huascarán. Me invitó a su casita, humilde, precaria, pero se respiraba un aire de paz. Luego de ver en que podíamos ayudar (ya que esa es nuestra misión), vimos por conveniente limpiar su cuartito de adobe y tejas. En ese cuartito dormía en el suelo con su esposo, en un colchón viejo de paja, con base de cartones y telas viejas. El cuarto era a su vez un depósito de menaje, ropa, recipientes, ollas de barro, etc. Me chocó mucho ver esta realidad. Llevé a Rosita a un lado de su casita y le dije: «mamita, Dios quiere que vivas mejor, tienes que deshacerse de varias cositas y Él te dará cosas nuevas», le propuse limpiar su cuarto, botar lo que estaba viejo, me miró fijamente y me dijo que sí. Con voluntarios sacamos todo lo que había en el cuarto, ropa, plásticos, telas con polvo, herramientas; para nuestra sorpresa encontramos pulgas, garrapatas, alacranes, nidos de hormigas, mi corazón se rompía al ver tanta miseria y abandono de ellos mismos. El piso de su cuartito (que era en gran parte su casa) era de tierra y eso empeoraba su calidad de vida. Sacábamos todo lo viejo y lo quemábamos a la espalda de su casita, donde estaba su chacrita. Compramos camas, colchones, frazadas. Se limpió el cuarto con un líquido desinfectante y muchas cosas más. Ella se veía feliz, agradecida, empezó a cantar a Dios en quechua y para despedirnos nos invitó de su propio almuerzo: agua de apio, sopita de pollo, papa y canchita. Rosita es una de las tantas historias tristes que encontramos en el Perú profundo. Siempre digo que la vida se pasa tan rápido; ¡hay muchas cosas por hacer para el prójimo!”.

Siempre que me es posible colaboro con los proyectos de Victor, a veces monetariamente, otras donando objetos, difundiendo sus pedidos de ayuda o los resultados de su trabajo. El proyecto que más me ha gustado y que es el más cercano a mi corazón es el de las Bibliotecas Comunales que llevan el nombre de mamá. Luego de que murió, se acercó a nosotros y con mucho respeto nos preguntó si nos molestaba que nombrara a ese sueño pendiente de esa manera, pues ella había dejado una huella muy profunda en él. ¿Cómo negarnos a tan hermoso recordatorio a una vida de educadora y mano amiga? Pusimos manos a la obra y nos lanzamos de lleno a la tarea de conseguir donaciones, libros, mobiliario, material didáctico, etc. Se armaron dos modestas bibliotecas y una de ellas tuvo que ser reconstruida luego de que un huaico arrasara con ella y con las casas de muchos pobladores de la zona. Como este, son muchos los trabajos que silenciosamente, de poblado en poblado, a veces de casa en casa, realiza con su equipo.

“Siempre me esmero en tener empatía con la necesidad de las personas; darle un equilibrio entre sus carencias espirituales y materiales. Necesidad hay por todos lados, sólo hay que tener discernimiento para saber canalizar los recursos y creatividad para «sembrar» algo que les ayude.”

Le pregunto cómo planifica un nuevo proyecto y me cuenta que “primero identificando la necesidad, luego juntamos los recursos que no son sólo financieros, ya que para cualquier proyecto se necesita voluntarios, logística, capacitación y finanzas. A todo esto, se le debe sumar esfuerzo, pasión y sacrificio, esto se llama AMOR. Para nosotros el amor va más allá de un sentimiento, es un acto de voluntad para bendecir a nuestro prójimo. Para que un proyecto nos atraiga debe tener olvido y necesidad. Nosotros bendecimos a personas vulnerables; lo que hacemos es un medio, una actividad.”

Cuando Victor empieza a hablar de su trabajo se entusiasma, se emociona, le brillan los ojos y gesticula con más vehemencia. Es contagiosa su alegría y también su pesar al contarnos todo lo que quiere hacer, tanto pero tanto por hacer.

Quiero saber si este trabajo misionero ha despertado en él algunos otros intereses y luego de pensar un momento, continúa. “Hmmmm; viajar es parte de esta aventura misionera, la educación es urgente y super necesaria en nuestro país ya que para salir de la pobreza necesitamos instruirnos en cualquier campo que nos de rentas. Pienso que la pobreza no está en las carencias materiales sino, sobre todo en la mentalidad, es por eso por lo que la parte de capacitación es super importante. Algo que ha despertado mi interés estos años es la importancia de cuidar nuestro medio ambiente; Perú tiene unos paisajes increíbles, una biodiversidad de flora y fauna fascinantes, con un ecosistema rico y vasto, sin embargo, encuentro quebradas con basura, ríos con desperdicios, deforestación. El ecosistema debemos cuidarlo TODOS, cuando Dios hizo la creación todo lo hizo perfecto y en armonía para que el hombre sea un buen administrador; lamentablemente esta misma creación está siendo destruida sistemática y progresivamente.”

Cuando Victor contestó a mis preguntas, todavía no había empezado este asunto de la pandemia, sus proyectos estaban claros y definidos, sin embargo, han tenido que quedarse en pausa hasta que la situación lo permita. ¿Cuáles son estos proyectos? Te cuento un poco para que cuando sea posible te animes a darle una mano:

“Huancavelica: Vamos a ir a comunidades para instruirlos en el cuidado de los ríos y con la participación de voluntarios, limpiarlos de desechos. Pienso que si uno enseña algo nuevo también debe hacerlo con el ejemplo, así es que vamos a poner manos a la obra en este punto importante.
Ayacucho: En la comunidad de Puncos, a 2 horas de Huamanga, vamos a terminar de instalar otra biblioteca infantil «Anita Pérez de Gold».
Apurímac: En el pueblito de Chaccrampa se harán charlas sobre la importancia del aseo e higiene personal para tener una mejor salud.
Cajamarca: Iremos a buscar una comunidad ayudarlos de manera integral, a esto nosotros lo llamamos viaje de exploración.
Ancash: A las faldas del Huascarán hay una comunidad andina llamada Piscuy; iremos a visitar a los abuelitos que tenemos empadronados, para llevarles la ayuda necesaria, compañía, abrazarlos, escucharlos y orar por su salud.”

Ya vamos terminando y le pido que comparta algo que haya aprendido de sus proyectos, alguna recomendación o consejo. Su respuesta es honesta y demoledora: “He aprendido que no siempre la generosidad es mutua. He aprendido que la indiferencia de la gente cuando uno pide ayuda es peor que el odio. He aprendido a cuidar mi corazón para no resentirme ni molestarme cuando no encuentro respuestas. He aprendido que siempre tengo que ir a los pueblitos con dos cosas: mensaje de esperanza (que viene de Dios) y ayuda humanitaria. Ambas van de la mano; una sola no es suficiente. He aprendido que la gente se da cuenta cuando uno ama con sinceridad, ya que el amor al prójimo no se finge, sino que fluye. He aprendido a depender de Dios cuando sacamos adelante un proyecto, ya que Él es el proveedor de recursos financieros, logísticos y humanos. He aprendido a llorar cuando veo abandono, necesidad y abuso.”

¡Qué lección importante nos deja Victor! A pesar de tantas batallas perdidas, de la indiferencia, del silencio cuando pide ayuda para servir a los que menos tienen, no pierde el ánimo ni la fe. Puede sentirse triste y frustrado, pero no le quita las fuerzas y lo impulsa a seguir trabajando. Gracias por tu incansable trabajo, una persona a la vez.

Las tres infaltables:

¿Cuál fue tu juego o juguete preferido?

Un juego familiar llamado “carrera de caballos”, no sé por qué me gustaba, pero era mi favorito; hace poco doné el último que tenía (se ríe)

Otro juguete era la pelota, era también mi pasión el futbol.

¿Quién o qué te inspira?

Definitivamente, JESUCRISTO. No hay como Él, no sólo remeció la historia, sino que también me sacude y me alienta día a día para aspirar ser como Él. Él es inspiración y modelo a seguir.

¿Qué desearías inspirar en / a los demás?

¿De mí? No sé, me agarraste frio con esa pregunta (ríe). Quizás el amor al prójimo y ser misericordioso con la necesidad de las personas.
La biblia dice lo siguiente: «Los que tapan sus oídos al clamor del pobre tampoco recibirán ayuda cuando pasen necesidad.»
Proverbios 21:13

Francesco Delfino: La perseverancia tiene la Barba Negra

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De FRANCESCO DELFINO me inspiran su garra y perseverancia. La primera vez que lo vi fue hace algunos años en una reunión navideña. Apenas cruzamos palabras y un saludo, él cargaba a su bebé de apenas unos meses de nacida, y yo andaba a mil con un peque de casi un año. Sabía que era chef, pero no tenía más información de él que la que me daban las redes sociales. Con el tiempo fui conociendo más de su trabajo y siguiendo sus progresos y me impresionó mucho no solamente la calidad de sus propuestas, si no, también, la diversidad de proyectos en los que se iba involucrando.

Para Francesco la cocina nació como una afición. Desde pequeño todo en su casa giraba alrededor de la cocina: “Kilos y kilos de pasta, comilonas tremendas” – me cuenta, mientras recuerda con nostalgia los domingos en familia, cuando el rito de juntarse temprano para cocinar era ley.

Desde chico fue muy activo y a medida que lo dejaban entrar cada vez más a la cocina, descubrió en ella una forma de relajarse y de conectarse con su curiosidad y creatividad. Entre sus muchas actividades extracurriculares encontraba momentos para experimentar con los recetarios de su mamá y su abuela ¡y eso le encantaba! Al terminar el colegio estuvo un tiempo en la universidad, y, aunque no le fue mal, no era algo que le gustara. A él le gustaba cocinar y eso era lo que quería hacer. Les planteó a sus padres su inquietud y ellos decidieron probar qué tan serias eran sus intenciones y lo mandaron a trabajar por unas semanas a una pollería y a un chifa para asustarlo, pero lo único que consiguieron fue renovarle las ganas de aprender. Se inscribió en Le Cordon Bleu y luego del primer semestre su familia española le consiguió lo que parecía ser la gloria: un trabajo de ayudante en Valencia. Con unos cuantos cientos de euros en el bolsillo armó sus maletas y partió con la ilusión encima. Al llegar, la realidad le dio un golpe en el estómago… el trabajo era, más bien, una oportunidad de prácticas no remuneradas. Sintió que el mundo le caía encima, pero ya estaba allí y tenía que empezar de cero. Estaba solo, lejos de casa por primera vez. A sus 19 años pasó de golpe de tener una vida privilegiada – rodeado de amigos y familia, donde no tenía que mover un dedo – a la soledad de ingeniárselas para vivir con unas cuantas monedas y sin ayuda. Buscó una habitación y como no podía darse el lujo de comprar una cama, dormía con una manta en el suelo.

Aquél fue el comienzo de un duro camino, repleto de cambios y desilusiones. Se despertaba muy temprano y trabajaba de 14 a 16 horas diarias sin paga, así que buscaba maneras de cubrir sus gastos. Preparaba la comida del personal y a cambio le daban una pequeña parte de las propinas al final de la semana; en sus días libres viajaba hasta un pueblo a unos 100km de allí para ganar unos pesos extra en una cafetería. Pasó casi un año así, trabajando hasta el agotamiento, aprendiendo: “Uno piensa que todo es glamour, maravilloso, increíble… pero yo aprendí todo old school. Se me pasaba el día limpiando, lavando, limpiando, lavando; hasta que luego de unas semanas me enseñaron a cortar y picar verduras, luego me daban más responsabilidades, con el tiempo me dejaban tocar el pescado, tocar carne… Otro día te dan la oportunidad de entrar al servicio, y a la primera metida de pata ten por seguro que te enterabas de tu patinada.” A cocachos aprendió, lejos de la familia e inmerso en el ritmo frenético de la alta cocina, los gritos, el estrés.

Durante esa primera etapa, cuando llevaba unos seis meses de practicante, ya trabajaba casi el doble que cualquier otro par. Entraba temprano a trabajar y salía con el último, “yo tenía la lógica de que, si te esfuerzas más, ese esfuerzo se iba a valorar siempre y tendría recompensa”. Se abría un puesto de ayudante de cocina y estaba seguro de que lo conseguiría, incluso los de más rango en la cocina lo felicitaban por lo que creían una promoción segura. Pero, a veces, lo que debería ser y lo que es no se encuentran en la misma página y cuando el dueño le dijo que apreciaba su esfuerzo y que sabía que él merecía el trabajo, pero que se lo iba a dar a un recomendado, la tierra se abrió bajo sus pies. “Yo a cuchillo ganando mi espacio y le dan el puesto a otro; me deprimí unos días, y me di cuenta de que estaba solo y que había dejado todo para hacer lo que debía hacer, aprendí a levantarme, a endurecer y resolver este asunto solo, a seguir remando. No tenía ni un sueldo, solamente una manta en el suelo, y a pesar de eso pude tranquilizarme, analizarlo y me decidí por levantarme; mi terquedad me empujó a seguir seis meses más hasta que conseguí el puesto de pastelero.” Y claro, le tocó remangarse de nuevo y volver a empezar. Se levantaba a las 5am para aprender a hacer pan. Como no tenía a nadie que le enseñe, hojeaba libros, veía videos y aprendió a prueba y error. Trabajaba 18 horas al día, durmiendo sobre los sacos de harina para descansar cuando podía.

Su perseverancia fue ganando y siguió aprendiendo y avanzando hasta llegar a ser Jefe de Pastelería con dos ayudantes. Luego de un tiempo se asoció con otros jóvenes en Valencia para poner un restaurante que no funcionó. Pero Francesco es terco y para entonces ya sabía que eso no era el fin del mundo, había que seguir andando.

Un día decidió que, ya que dominaba la pastelería, tenía que aprender de cocina, pues sabía que, para ser realmente bueno, había que dominarlo todo. Fue contratado como Jefe de Pastelería y a los seis meses pasó a cocina, camino a convertirse en Segundo Jefe de Cocina. “La base de pastelería me ayudó muchísimo, porque eres meticuloso y exacto, más sistemático, todo va engranando en la vida y te das cuenta de que a veces tienen que pasarte algunas cosas para aprender”. Para entonces ya habían pasado unos siete años desde aquella vez en la que inexperto y nervioso pisaba Valencia para convertirse en un gran cocinero.

Desafío, esa es la palabra que marca su trayectoria en la cocina. Cada vez que ha sentido que ha llegado a un punto en el que ya no puede crecer más, se ha reinventado por completo, se ha lanzado de cabeza a tomar el toro por las astas, y aunque a veces a salido herido, no ha parado de intentarlo.

Luego de su experiencia en cocina en Valencia, llegó a París con el equipo con el que trabajaba por entonces. “Si hacíamos horas en España, París fue el ritmo más duro de trabajo que he tenido en mi vida. El dueño quería ganar una estrella Michelin el primer año. Yo fui como Jefe de Pastelería, entrábamos a las 7:30 de la mañana y terminábamos casi a las 2am. No te imaginas lo que era, dormías tres horas, cuatro con suerte. No teníamos tiempo ni de comer, a los tres meses yo tenía anemia por primera vez en mi vida, había perdido cerca de 15 kilos, fue un ritmo infernal, durísimo.” Luego del primer año ganaron la preciada estrella, pero fue un tiempo en el que las relaciones con sus pares fueron erosionando y luego de dos años salió de allí decepcionado de la alta cocina. Volvió a España, pero algo no terminaba de gustarle, la economía europea se iba quebrando y evaluó sus opciones, puso en la balanza lo que realmente quería hacer y decidió volver a probar suerte en el Perú.

Al volver se dio cuenta de que estaba desconectado de todo. Había pasado toda su juventud en otras tierras y en Lima nadie lo conocía. “Decidí volver a Lima, en Lima era NADIE, no importaba la experiencia, qué hice. La realidad fue otra. Estaba acostumbrado a un ritmo y una rigurosidad que en aquel momento no pude compatibilizar con el mundo restaurantil peruano. La alta cocina es peor que el ejército, es un reloj, cronometrado, sin lugar para el error, para la improvisación. Hay mucha presión, estrés, gritos, lo mínimo que se espera es perfección. Al llegar a Lima la nueva realidad fue complicada.”

Francesco había pasado 14 años en otro país, su metamorfosis de niño mimado a adulto no parecía haberlo preparado para el retorno a Lima. Pasó un año hasta que conoció a Majo, quien se convirtió en su cable a tierra y su nexo con esa ciudad que le era desconocida. Volvió a reconectar con la sociedad, con los amigos, con la dinámica del país, sus ingredientes, sus sabores, sus saberes y sus gentes.

Cuando se enteró de que serían padres, ambos pasaban por un momento complejo económicamente, todo se veía color de hormiga, pero decidieron empujar el carro para que funcionara. Empujar y no parar, reinventar, intentar, seguir, avanzar… así trabaja este dúo. Pensando en el futuro empezaron el negocio de catering enfocado inicialmente en el mundo vegano y vegetariano. “Yo tenía conocimientos de cocina molecular y alta cocina, y sabía que podía cocinarse saludable sin sacrificar sabor. Nos pusimos a buscar ingredientes, nuevas propuestas y nos enfocamos en eso. Parecía una gran idea, quienes lo probaron tuvieron buenas críticas, pero no llegamos tan lejos como esperábamos. Estuvimos casi un año con el tema, pero el nicho era muy pequeño. Entonces, descubrimos un punto intermedio: COMIDA CASERA, insumos sin conservantes, todo natural, y pasamos de vegetariano y vegano a recuperar la esencia de la cocina en casa con mayor variedad de productos. La gente que salía a trabajar y preparaba comida de otra manera, con muchos procesados e industrializados empezaba a buscar opciones. Fuimos por el lado HOME MADE, todo hecho en casa, y descubrimos que saludable ES casero.”

Cuando nació su hija Nía empezó a dictar clases, armaba talleres con menús específicos, manejaba un restaurante a puerta cerrada y seguía con el catering. “Era agotador porque planificábamos propuestas diferentes, contenido, detalle, etc. El año nuevo que nació Nía, nos sentamos agotados luego de ponerla a dormir, sacamos cuentas y estábamos en apuros. Hablamos y planeamos. Como caído del cielo me llaman de Menú Perú de El Comercio porque necesitaban un estilista para hacer fotos. Era para una sola sesión como reemplazo, pero luego se volvió recurrente y trabajé casi 6 meses semanalmente. Para mí fue un nuevo reto y me sirvió mucho para investigar más sobre la comida peruana, la cocina casera, muchos nuevos ingredientes, platos regionales y más. Pasé todo ese tiempo investigando el mercado gastronómico peruano. Luego el catering empezó a despegar, tuvimos clientes más grandes y por razones de tiempo dejé de dar clases y el estilismo.”

Al poner su energía en el catering descubrió que no sólo había mucha competencia (muchas veces improvisada y desleal) si no que, al ofrecer un producto superior con insumos de calidad alguna gente se asustaba por el precio. Los que se animaban a probar se volvieron clientes habituales, pero eso no era suficiente. Francesco y Majo retomaron aquella idea disparatada que ya les rondaba desde hace un tiempo: tener un local propio. “Compré un ahumador y empecé a trabajar con eso, me gustó, lo empezamos a meter en el catering y gustó mucho, carnes ahumadas y a la parrilla de buena calidad, pan casero. Lo que más le gustaba a la gente era cuando llevábamos estos panes y carnes… algunos no desayunaban para ir a comer los sanguchitos”, me cuenta. A pesar del éxito de esos deliciosos sánguches, él tenía una especie de bloqueo con el tema: el tabú de que cocinero que se respeta no hace sanguchitos estaba muy arraigado en él gracias a todos esos años en la alta cocina, “era como andar por una zona prohibida” – se ríe. Felizmente, con el tiempo se dio cuenta de que podía volcar su experiencia, su conocimiento y su creatividad en cualquier segmento culinario, que el “truco” estaba en apropiarse de los ingredientes, de sus combinaciones y sabores, de su presentación; de hacer suyos esos insumos premium y ponerse a hacer lo que mejor sabía: generar delicias de excepcional calidad. Siguieron pensando, haciendo números, armando un plan de negocios y probando; dando forma al proyecto que nacería luego de dos intensos años de investigación, pruebas y mucho esfuerzo: BARBA NEGRA. En una reunión casual consiguieron un inversionista que se enamoró del proyecto y en tiempo récord consiguieron local, en unos meses tenían el lugar a punto y listo para abrir.

¡Nervios, emoción, ilusión! Al poco tiempo de la llegada de su pequeña hija, Francesco y Majo habían visto nacer su proyecto empresarial más ambicioso. Apostando por las carnes ahumadas y a la parrilla, BARBA NEGRA empezó a funcionar en septiembre de 2019 y tiene críticas fantásticas. Fueron meses muy duros, de importantes sacrificios y mucho, muchísimo trabajo, pero la emoción en su voz me hace sospechar de que vale totalmente la pena. Tener un proyecto muy bien pensado, con un plan de negocios real, una imagen cuidada y una comunicación de tono irreverente y divertido, han logrado que sus productos empiecen a hacerse conocidos, y el creciente número de fans y clientes frecuentes auguran un futuro brillante para estos sanguchones, Francesco, y su compañera estrella, Majo. “Siempre, papel y realidad son diferentes. Vivir y trabajar en el presente es diferente y tienes que aprender a gestionar, haces ajustes y hacer cambios. Luego de los primeros meses en el local volví a estar en la cocina, mucho más riguroso con las cosas, y de a pocos empezó a andar cada vez mejor; con Majo formamos el mejor de los equipos, si no fuera por ella estaría quizá en Valencia en alta cocina, infeliz, sin Nía. La razón de que esté acá y que todo haya salido bien es por Majo, ella es la pieza más importante de esta historia, es el por qué de que yo esté aquí ahora. Llámalo ¿destino?… todo sucede por algo, pero al fin las piezas empiezan a encajar, conocí a la persona correcta y todo encajó.”

El chef de alta cocina renacido en gran maestro sanguchero vuelve a trabajar las mil y una horas, pero esta vez con un emprendimiento propio que promete seguir creciendo. Sabe que, aunque sacrifica muchas horas trabajando, al final del día volverá a casa a los brazos de su amorosa compañera y los besos de la pícara niña que le roba los suspiros.

“Mientras te pasan las cosas reniegas, pero cuando pasa el tiempo y miras atrás, te das cuenta de que todo eso te formó, te dio algo finalmente, te amplió la visión de las cosas, aprendes que para salir del hoyo la única manera es seguir remando”.

No sé a ti, pero a mí, además de tentarme con esos sanguchones poderosos, Francesco me recordó que la perseverancia y el trabajo duro y constante dan fruto, quizá no a la primera ni a la segunda, tal vez ni siquiera a la tercera… pero si se planifica, se trabaja duro y se intenta una y otra vez, todo puede lograrse. Aquí termino, que no puedo seguir viendo tanta delicia sabiendo que ando lejos y por ahora Barba Negra es un placer reservado para los que anden por Lima, Perú.

Las tres infaltables:

¿Cuál fue tu juego o juguete preferido?

Todo lo que fuese relacionado con pistolas, guerra y peleas. No sé por qué, de chico siempre me gustaron ese tipo de juegos.

¿Quién o qué te inspira?

Mis padres. Mi padre es sordo y tiene problemas de visión. Y aun así, sacó la carrera de ingeniería y es uno de los ingenieros estructuralistas más reputados en Perú. Nunca se rindió e incluso llevó cursos en inglés.

Mi madre no conoce la palabra rendirse, es más dura que el acero esa mujer.

¿Qué desearías inspirar en / a los demás?

Que sigan sus sueños con los pies sobre la tierra. Suena un poco contradictorio, pero es lo que yo hago. No tener miedo de seguir sus sueños, pero siempre ser realistas, pensar, planificar. Uno tiene que saber que no todo es un camino de rosas y que el camino tiene incluso más partes difíciles. Para lograr los sueños hay que trabajar muchísimo, seguir el corazón sin cegarse. Hay que ser coherentes con las decisiones que tomamos, siempre investigar y jamás dejar de aprender: Cumplir los sueños, con la cabeza.

Si quieres conocer más de Francesco, síguelo en Facebook e Instagram… y si te tentaste con Barba Negra y sus propuestas, encuéntralos en FacebookInstagram y entérate de sus promos y novedades.

 

Marisol Zumaeta Aurazo: Crear para crecer

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De Marisol Zumaeta Aurazo me inspira su PERMANENTE EVOLUCIÓN personal, profesional y espiritual. La conozco hace casi cuatro décadas y aunque hoy nos separan muchos kilómetros y prolongados silencios, la vida siempre encuentra maneras de reunirnos, física o virtualmente. Sigo sus progresos y proyectos desde hace muchísimos años y conozco pocas personas con su perseverancia y dedicación.

Marisol es Arquitecta, Museóloga, Museógrafa y Artista. Sí, todo con mayúscula. Cuando le pedí que aceptara esta entrevista me dijo que por favor no se me pasara la mano con halagos, sabiendo que a veces el cariño puede restar objetividad y eso la incomodaba bastante. Bien, acá va mi mejor intento por retratar a esta multifacética mujer sin caer en un tarro de miel.

Nació en Lima, pero hace muchos años que su formación profesional y su pasión por las artes escénicas la llevaron por el camino de la investigación histórica, la exploración del cuerpo a través del movimiento, la comunicación por arte y la colaboración permanente con creadores de diversas áreas y orígenes. Warmikuna Raymi es una de esas instancias mágicas para la colaboración, que promueve y potencia la creación desde lo femenino. En este espacio encontró esta manera de definirse: “Soy hija de Margarita, nieta de Dora y Tati, bisnieta awajún, mestiza, soy una exploradora del mundo, voy donde algo me maraville.”

Nos conocimos cuando podíamos decir nuestra edad con los dedos de una mano. Participamos juntas durante años en los talleres de folklore del colegio, descubriendo que la música y el cuerpo son vehículos valiosos para la expresión individual y colectiva. Yo seguí bailando unos pocos años luego de terminar el colegio, pero ella descubrió otros sonidos, otros fuegos, y se volcó al flamenco con la pasión con la que imprime cada uno de sus proyectos. “He encontrado en mi cuerpo un vehículo de sanación, primero intuitivamente, luego he conocido maestras que me han legado conocimientos, danzando avanzo en conocerme y conocer al ser humano, y cuando somos conscientes también avanzamos en sanar”– me cuenta, y no puedo evitar pensar que su constante formación como artista enriquece deliciosamente sus proyectos en otros ámbitos, incorporándoles un nivel de humanidad, calidez, humildad y fluidez que a veces se ignoran en espacios pensados para la divulgación histórica, cultural y la congregación social.

La recuerdo como parte de “Los Bichos”, un grupo de arquitectos y artistas que experimentó durante varios años con las instalaciones, las artes plásticas y la performance y le pregunto por aquella época: “Con los Bichos (1997-2002) me casé con el arte, literalmente, entendí que ese era mi camino; aunque yo no estudié arte, si no arquitectura y museología. El arte va más allá de los estudios, nace adentro y es innegable, hace mucho ruido adentro. Lo primero es asumirte, eso fue los Bichos.”

Museología y museografía te pueden parecer lo mismo, pero no lo son. La museología se suele definir como la ciencia que estudia los museos desde el punto de vista histórico, social, arquitectónico y educativo; y concentra la atención en las relaciones de la institución y su contexto social y cultural. La museografía, por otro lado, tiene que ver más con el saber técnico, se enfoca en la manera de disponer las obras en un espacio determinado, privilegiando un discurso visual basado en un concepto específico.

En el 2007 Marisol se mudó al Cusco “el útero del mundo, fue amor a primera vista. Acá encontré el espacio para ser madre, tener trabajo y poder hacer arte. También tuve mucha suerte porque en mi camino se cruzó Augusto Navarro, con quien tenemos el grupo Simbiontes desde el 2007; director y videasta, me formó en el lenguaje del movimiento y las artes escénicas con la rigurosidad de una escuela, a la vez de una compañía. En Cusco decidí dedicarme profesionalmente al arte. Llegué con trabajo y la persona que me lo ofreció no pudo ofrecérmelo más por cosas ajenas a su voluntad, me quedé en el aire, también me enamoré y formé un grupo de teatro, luego una familia, fue muy intuitivo y nutritivo, me dejé llevar por la intuición. Aprendí que si el Cusco te quiere puede ser muy mágico.”

La necesidad de crear y comunicar parece ser uno de sus hilos conductores a lo largo del tiempo. Cuando terminó la carrera de arquitectura, no le encontraba real sentido a su profesión y, entonces, en 1999 apareció Ruth Shady abriéndole las puertas del mundo de la museografía. Allí sus conocimientos podían aplicarse a las instalaciones usando el arte como principal lenguaje de comunicación. Desde entonces, cada proyecto significa un nuevo mundo: “Recibo de primera mano conocimientos increíbles sobre nuestra cultura y la naturaleza. Se trabaja interdisciplinariamente y en equipo. Yo particularmente convoco a otros artistas, contamos historias y creamos experiencias, es un trabajo de servicio para alimentar las almas de las personas. La información que recibo es la fuente permanente para mi trabajo creativo en artes escénicas, lo considero un legado sagrado. Lo más difícil es poder organizarse bien para compartir las dos actividades, la museología y las artes escénicas. Con el tiempo aprendí a invitar a mis jefes a las presentaciones, he logrado comprensión y respeto mutuo.”

El listado de proyectos en los que ha trabajado es las últimas décadas es impresionante. Las ciudades de Lima, Arequipa, Iquitos, Chiclayo, Piura, Moquegua, Trujillo, Tacna, Cajamarca, Junín y por supuesto, Cusco en Perú han sido sede de muestras de sus propuestas y trabajos museográficos, museológicos y de comunicación. Como artista, ha participado en eventos en Perú, Bolivia, Argentina, Colombia y Ecuador.

El 2018 inauguró la Implementación Museográfica de la Capilla Loreto por los 450 años de la Compañía de Jesús en Cusco. Desde el 2016 trabaja para el SERNANP del Ministerio del Ambiente, asesorando y diseñado el Centro de Interpretación Piscacucho en el Santuario Histórico de Machu Picchu, con el apoyo del Gobierno Japonés. Realizó el Diseño Museográfico para el CCII del Campo Santo de Yungay del Plan COPESCO Nacional (2017). Ha sido asesora para el Diseño del Museo Putu Putu del Teleférico de la Ciudad de la Paz, Bolivia (2016-2017). Diseñó y dirigió la implementación del Coro Alto en el Museo Qorikancha en Cusco (Convento Santo Domingo 2015-2016). Realizó el Diseño Museográfico para el Anteproyecto del Museo de Sitio Huaca Pucllana para Plan COPESCO Nacional (2015-2016). Realizó el Expediente Integral para la remodelación del Museo Qorikancaha Convento Santo Domingo (2013-2014). Realizó la elaboración del Expediente Técnico Integral y la implementación museográfica del Lugar de la Memoria Yalpana Wasi, con el Gobierno Regional de Junín (2013 – 2014). Ha sido responsable del diseño e implementación de la nueva museografía del Museo de Sitio Puca Marka Scotiabank (2012-2013). Dirigió la Implementación museográfica del Monumento Pachakuteq en Cusco (2011). Fue consultora para el perfil de remodelación de la exposición permanente del Museo de la Nación en Lima (2009). Diseñó e implementó el Museo de Sitio Yaravilca, Urubamba – Cusco (2008-2009). En el Ex Instituto Nacional de Cultura Cusco, se desempeñó como Museóloga Coordinadora y formó parte del equipo técnico peruano frente a las negociaciones con la Universidad de Yale en torno a la colección Machu Picchu (2007-2008).

Marisol, además, forma parte del núcleo creativo de la Asociación Cultural Simbiontes, donde se desempeña en la escena y en la producción. Con Simbiontes realizó trabajos desde el 2007 con obras como “Lunarios” (seleccionada como parte de la programación cultural Culturaymi de los Juegos Panamericanos Lima 2019, y con presentaciones en Ecuador, Colombia y Argentina; “Missa”, “Intersticios”; “Coca” (que tuve el placer de experimentar en el mágico Templo de las Estrellas del Qorikancha en Cusco) y “Pez” (presentada en el MICSUR en Mar del Plata, Argentina). Fue parte de la Delegación Peruana de Artes Escénicas en el MICSUR el 2014 en Argentina y el 2016 en Colombia; y el grupo logró el premio Iberescena 2014-2015 para la creación y producción escénica con la obra “Lunarios” dirigida por Augusto Navarro. Forma parte del grupo fundador y gestor del Festival Warmikuna Raymi. Es miembro del Sector Danza Cusco y fue parte del comité organizador del Festival Cuerpo a Cuerpo por el Día Internacional de la Danza 2019. Es bailaora de Flamenco, creadora, directora, maestra y productora del proyecto Expresión Flamenca de Cusco; experimentando con el flamenco mestizo y con numerosas presentaciones y dictado de clases los últimos siete años.

Desde sus épocas como responsable del Área de Museografía del Proyecto Especial Arqueológico Caral – Supe (2003-2005) hasta sus trabajos desarrollando la Museografía del Centro de Interpretación del Parque de las Culturas y la Madre Tierra, en La Paz – Bolivia para Teleféricos Dopplemayr (2017-2019) ha recorrido un largo camino. Desde aquellas primeras instalaciones con Los Bichos hasta su primera unipersonal próxima a estrenar, escrita en integridad por ella, ha transmutado una y otra vez, siempre aprendiendo, siempre creciendo.

He tenido la buena fortuna de ver muchos de sus trabajos durante todos estos años y compruebo que su frase “pienso que es importante no definirse, darse la oportunidad de siempre transformarse”, aplica perfectamente para todos los ámbitos de su vida.

Cuando hablamos de la creación de nuevos proyectos me dice que “el impulso por hacer arte es constante y permanente, “in crescendo” y va tomando distintas formas, adaptándose y con cierto espíritu de sobrevivencia. Hay proyectos que salen, hay los que demoran, hay los que todavía están esbozados en el tintero, hay varios proyectos que no salen. Hay los que crecen, se desarrollan y hay los que se estancan. Hay años prósperos y otros muy parcos. Yo soy de las que dicen “a esta la sueltas un rato y ya está armando un proyecto” – ríe – me queda corta la vida, ¡el tiempo es arte! También es estructural ser parte de un equipo profesional y comprometido; en mi trabajo con Augusto Navarro en Simbiontes es donde yo aprendo sobre esto, también con Ana Correa y Tania Castro con quienes organizo el Warmikuna Raymi.” Qué importante esto de compartir, de aprender del otro, de complementarse, ¿no?

Empezamos a charlar de raíces, de herencias, de legados, y, entonces, dispara: “El enfoque de la mujer me acompaña desde pequeña, y mis actividades me permiten aprender sobre esto y también poder aportar con enfoques; por ejemplo, en los museos es una perspectiva recurrente plantear el rol de las mujeres en todo tipo de temáticas y momentos históricos. Desde las artes escénicas tanto en Simbiontes, en el Warmikuna Raymi, como en mis proyectos de Expresión Flamenca, la mujer es la fuente de exploración. Me interesa especialmente el tema del choque de culturas, los mestizajes, las danzas y sus fusiones, lo híbrido, lo que se hereda y cómo se transforma, los temas místicos a través de la historia, el cuerpo y sus energías.”

Impresionante crisol de intereses ¿no?, ¿no sería genial conjugar todo esto en un proyecto integrador? Parece imposible, no, espera… ¡es su siguiente proyecto! En unos pocos días, el 20 de diciembre 2019 estrena “Ida y Lamento, Perdón y Vuelta”, en nada menos que el Qorikancha en la ciudad del Cusco. Este proyecto escénico es la culminación de un profundo trabajo interior, de mucha investigación histórica y de la exploración visual y el movimiento que escribió lenta pero concienzudamente entre el 2015 y el 2018. “Es un momento especial porque es la primera vez que hago una obra unipersonal y de mayor complejidad, pues además de escribirla con un guion para danza, performance y video, la dirijo e interpreto, he escrito unos textos poéticos que van en voz en off, he editado el video y canto. Trabajando con recursos básicos, pero bien invertidos y con un equipo magnífico de compañeros artistas: Carlos Cruz de México que interpreta al Toro en video, además de haber asesorado el proyecto y dirigido las escenas del video; Omar Vargas en el diseño sonoro; Ángel Romero en la dirección de fotografía del video y Pamela Arredondo en la dirección de arte del video y montaje, entre otras personas que vienen apoyando este trabajo independiente. En “Ida y Lamento, Perdón y Vuelta” sintetizo muchas de estas búsquedas, trabajo de una manera poética las herencias andinas, amazónicas e hispanas; sobre el mestizaje, las herencias y los miedos, y sobre el perdón.”

Si estarás en Cusco el próximo 20 de diciembre no pierdas la oportunidad de experimentar “Ida y Lamento, Perdón y Vuelta”, viene cargadita de emociones y símbolos, de memoria y de movimiento, mestizaje perfecto de dos décadas de experiencia de una gran arquitecta devenida en una completa artista.

Las tres infaltables:

¿Cuál fue tu juego o juguete preferido?

Un perro San Bernardo gigante de peluche, compañía animal. Amo los animales, tengo dos perros y dos gatos.

¿Quién o qué te inspira?

Me inspira la gente que lo da todo. Para eso hemos venido. Me inspiran mis maestros.

¿Qué desearías inspirar en / a los demás?

Lo que les sirva, para eso estamos, para servir.

 

Para contactar a Marisol Zumaeta Aurazo, puedes escribirle a marisolzumaeta@yahoo.es.

Aquí te dejo los links para conocer más de:

Obra«Ida y Lamento, Perdón y Vuelta»  

Asociación Cultural Simbiontes:Web, facebook, youtube

Expresión Flamenca:Web, facebook, youtube

Warmikuna Raymi:Web, facebook, youtube

Sector Danza:Web, facebook

Bichos

 

María Florencia Rey: Tenacidad a toda prueba

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De María Florencia Rey me inspira su TENACIDAD para seguir andando, para evolucionar y crecer.

A Flor la conocí hace algunos años, aunque en ese momento no pudimos cruzar muchas palabras. Yo estaba de visita en Lima y la fortuna quiso reunir a un grupo de compañeros de aquel restaurante en Cusco donde conocí gente maravillosa. Ella, por entonces, salía con Juan, gran amigo, y con quien años después empezaría una hermosa familia.

Pasó el tiempo y nos reencontramos en Buenos Aires, las dos casadas, embarazadas y a punto de dar a luz. Nuestras panzas inmensas no nos impidieron disfrutar de deliciosos tragos ante la mirada horrorizada de los que no sabían que en esos vasos sobraba el sabor, pero faltaba el alcohol. Desde entonces, cada reencuentro está lleno de aromas y sabores inigualables, y es que, cuando conoces a gente tan apasionada por la buena mesa como Flor y Juan (próximo visitante de este blog), no hay pierde.

Desde que la conocí me impresionó su profesionalismo y esa voluntad de hierro para continuar creciendo como profesional y como persona. Luego de muchos intentos fallidos logramos concretar esta entrevista que hace tanto quería hacerle; ahora, te invito a conocerla.

María Florencia Rey nació en Lobos, Provincia de Buenos Aires, y transita los 38 años con la soltura de quien ha vivido muchas vidas. Hoy vive en Lima, Perú. Llegó el 11 de abril de 2011 pensando en una corta estancia y ya lleva 8 años viviendo allí.

Su amor por lo culinario nació desde muy pequeña, cuando a sus 4 años trataba de meterse a la cocina para ayudar a su mamá o a su abuela, siempre ansiosa por participar de ese ritual familiar, de esa magia que solamente nace en la cocina familiar. Para cuando cumplió los 9 años, pasaba su tiempo mirando programas de cocina y decoración de tortas, y se empeñaba en poner algo de eso en práctica cuando su mamá le daba permiso los fines de semana. Flor confiesa que el amor por los aromas siempre estuvo allí, como parte de ella. Le encantaba el olor de la comida en preparación, los perfumes de su mamá, oler los vasos y copas y, por supuesto, el café.

Cuando en el 2000 se fue a estudiar a Buenos Aires, se inscribió en la carrera de nutrición de la UBA (Universidad de Buenos Aires) pero, apenas un año después, la curiosidad y las ganas de querer estudiar cocina empezaron a llenarle la cabeza y el corazón. Por entonces, la gastronomía se estaba poniendo de moda, y, para los padres de la época, podía parecer una opción poco viable y pasajera. Sus papás y su abuela se preocuparon mucho ¿qué iba a hacer una chica trabajando en gastronomía? ¿dónde iba a terminar sin una carrera universitaria? ¿qué pasaría con ella? Pero ella no se rindió.

Mientras estudiaba cocina tuvo uno de esos profesores que marcan la vida. Se trataba de Maco Lucioni, reconocido sommelier y periodista gastronómico, quien le acercó sus primeras nociones acerca de vinos de una manera tan clara e interesante, que de inmediato vio en las bebidas un mundo nuevo por descubrir. Él la llevó a participar de una Feria del Canal El Gourmet y durante 3 días tuvo la fortuna de asistir a las charlas que dictaban dos grandes autores sobre los vinos argentinos: Elisabeth Checa y Gustavo Precedo. Mientras ella servía los vinos que la gente cataba en esas charlas, empezó a darse cuenta de que eso la apasionaba.

Luego de un tiempo trabajando en cocina tuvo un alejamiento de la gastronomía, pero eso no duró mucho: cuando hay algo que te llena el alma tienes que perseguirlo hasta donde te lleve, y ella lo sabía muy bien. Luego de 6 años decidió retomar sus estudios y en el 2008 empezó a estudiar para Sommelier en la Escuela Argentina de Sommeliers, de donde se graduó luego de dos años de intenso aprendizaje. Ella dice que allí comenzó la gran aventura y pasión por el mundo líquido: vinos, espirituosas, té, café, siempre acompañados de la buena comida.

En el 2009 empezó a trabajar en la apertura del primer restaurante del afamado Chef peruano Gastón Acurio en Buenos Aires, el popular Astrid & Gastón. Allí, a lo largo de 2 años descubrió la riqueza de la gastronomía peruana y sin pensarlo mucho, empezó su aventura en el Perú.

Su idea original era pasar un breve tiempo aprendiendo acerca de la gastronomía peruana y sobre piscos, pero la vida tenía otros planes para ella. Empezó a trabajar en Mayta con Jaime Pesaque; luego tuvo un corto paso por Lima 27. Durante esos primeros años iba a trabajar a Punta del Este en Uruguay, donde Jaime tenía un proyecto llamado Nuna, y donde ella se encargaba de hacer la carta de vinos y se desempeñaba como Sommelier. En el 2013 empezó a trabajar en Central, donde aprendió muchísimo gracias al Wine Director, Greg Smith, y a sus dos grandes compañeros y amigos, Joseph y José Miguel. A fines del 2014 se lanza al desafío que le planteaba Maido, su trabajo hasta el día de hoy, y donde ella misma gestiona la cava y el servicio en el restaurante, un reto diario que ha sabido sortear y que ha dado frutos.

Le pido que me cuenta una anécdota y ella, generosa, me cuenta que, una noche, allá por 2017, estaba en una celebración en Maido porque habían sido galardonados con el primer puesto en el ranking de Restaurantes de Latinoamérica de 50 Best San Pellegrino Restaurants. Charlaba con su jefe, “Micha” y Juan, su esposo, cuando de pronto, Juan le dice a Micha que Flor tenía muchas ganas de algún día poder hacer un stage o práctica de servicio en uno de los mejores restaurantes del mundo, el “Celler de Can Roca” en Girona, España. Para ella era un sueño inalcanzable, pues el año anterior había nacido Juan Ignacio, su adorado pequeñito, y las posibilidades parecían muy lejanas. Cuando llegó el fin de año, Maido celebraba un año de éxitos con el premio que anualmente otorga a algunos de sus colaboradores… ¡Sorpresa!, los elegidos habían sido Flor y Juan. Lo imposible se había hecho realidad, y en febrero del 2018 armaron maletas y junto al pequeño Juani partieron a Girona, a cumplir uno de los mayores sueños de su vida profesional. Allí pudo aprender con uno de los maestros, uno de los Sommeliers que más admira, el gran Josep Roca (Pitu), quien con su generosidad y la de su equipo, cumplió un imposible a aquella chica que de nena se escabullía a la cocina y olfateaba las copas de “los grandes”.

Flor es incansable pensadora, siempre tratando de innovar en el trabajo, aprendiendo sin parar, haciendo pruebas y catando, investigando tendencias de vinos y planteando alternativas. Su curiosidad innata es potenciada por un jefe creativo y que permite nuevos desafíos, y, a pesar del poco tiempo que le dejan el trabajo y la maternidad, aprovecha para leer sobre vinos y estar siempre un paso adelante.

Cuando Flor empieza a hablar de lo que le gusta, su energía es intensa, es apasionada y su entusiasmo es contagioso. Es muy exigente consigo misma y con su equipo de trabajo, pendiente de la perfección, atenta al error, intentando ver a los clientes felices, “porque nosotros vendemos experiencias sensoriales y de sabor, donde es una gran puesta en escena y la gente tiene que pasarlo increíble, debemos cumplir sus expectativas y eso es lo que intentamos transmitirle al equipo de trabajo de Maido. Lo hago mucho con mi equipo de trabajo, es lindo incentivarlos a que amen lo que hacen ya que le dedicamos casi 10 horas al día y el restaurante termina siendo tu familia también. Soy muy agradecida de hacer lo que me gusta y por eso siempre quiero intentar transmitir mi pasión y profesionalismo con lo que hago en Maido.”

Flor quisiera seguir viajando y aprendiendo, y tiene la fortuna de compartir esas ganas con Juan, con quien sigue buscando oportunidades para crecer y aprender. Para ella, el valor del conocimiento nuevo es incalculable, estudió Protocolo y Ceremonial en Buenos Aires, también sobre el té, acerca de cómo administrar la barra de un bar y mucho más. Todo va sumando a ese bagaje de conocimientos y experiencias que espera capitalizar cuando en algún momento puedan desarrollar en familia ese proyecto que los hace sonreír en secreto. Estoy segura de que van a lograrlo y será excepcional. Me animo a preguntarle por lo que viene y con absoluta seguridad responde: “Mis próximos proyectos siempre van a estar relacionados a la comida y el vino, y desarrollarlos con Juan, mi esposo quien también es un apasionado y gran Maitre, ambos en la sala creo que logramos hacer un buen trabajo. Así que veremos qué nos depara el destino si abrir algo acá en Lima o por qué no, regresar a Argentina y poder hacer algo en Mendoza, en la tierra del vino.”

Esta talentosa Sommelier se considera exigente, leal, fiel a sus convicciones, defensora de las personas a las que quiere, guerrera y algo renegona. El tiempo y la experiencia le han enseñado que no todos tienen los mismos tiempos, que los demás no siempre actúan o piensan como uno, y que, por ello, hay que ser más tolerante. “Me cuesta mucho a pesar del tiempo que llevo viviendo en Lima, que mucha gente acá en Perú no se anima a decirte las cosas en la cara, nosotros los argentos somos tan directos y muchas veces no tenemos filtro”, comenta entre risas.

Espero con ansias el próximo reencuentro, mientras tanto, me conformo con aplaudir a la distancia cada nueva meta cumplida, ¡vamos Flor, que hay que comerse el mundo!

Las tres infaltables:

¿Cuál fue tu juego o juguete preferido?

Mi juego de cocinita con sus ollas y utensilios, siempre amé la cocina de peque y en mi niñez antes de los 5 años amaba jugar a cocinar con tierra, hojas de las plantas, flores y arena; uno de los lindos recuerdos de poder vivir en una casa con patio en Lobos.

¿Quién o qué te inspira?

Por un lado, a mi mamá y mi abuela, dos personas a quienes quiero y admiro por la personalidad tenaz y dura que han tenido, que me han enseñado a ser una mujer fuerte y a perseguir lo que quiero a pesar de lo que te cueste. En lo profesional admiro a dos personas que tengo como ejemplos a seguir: Paz Levinson y Josep “Pitu” Roca, dos grandes sommeliers y personas que ejercen la profesión con humildad.

¿Qué desearías inspirar en / a los demás?

El ser una persona de un gran carácter, que me ha servido para llegar hoy a donde estoy como profesional, el ser dura y estricta y mirar siempre para delante de una manera positiva e intentar verle el lado bueno a las cosas que te pasan, nunca permitirme caer, perseguir mis sueños a pesar de las dificultades que puedas tener en el camino.

Flor nos dice: «ESPERO A TODOS LOS QUE SE ANIMEN A VENIR A LIMA, A VISITAR MAIDO, DONDE TRABAJO COMO HEAD SOMMELIER Y QUE PUEDAN CONOCER Y DISFRUTAR DE LO QUE HAGO CON TANTA PASIÓN Y DEDICACIÓN»

Maximiliano Forte: Un viajero con mochila

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Maxi por @mauriciocarballouy

De Maximiliano Forte me inspira su sencillez. Hay que ser humilde para aprender de nuevos lugares y su gente y este joven viajero lo sabe bien. Además de abrir la cabeza y el corazón para llenarse de experiencias, tiene una habilidad muy particular para compartir con entusiasmo y buena onda todo tipo de consejos e historias; y nos invita a viajar con él y su mochila a cada nuevo destino.

La primera vez que escuché de él fue por un fotógrafo al que sigo hace mucho. La curiosidad me llevó a buscarlo en Instagram y desde entonces, fue un camino de ida.

Dicen que los viajes se viven tres veces: Cuando se sueñan, cuando se viven y cuando se recuerdan; y esto parece cobrar sentido cuando conoces a Maxi. Entre sus fotos de viajes pasados se filtra la nostalgia y el agradecimiento por lo vivido, por lo aprendido, y eso es algo maravilloso. No cualquiera puede llevarte de contrabando en la mochila como él, no es fácil contagiar las ganas de salir corriendo y dejarlo todo para seguir lo que tu corazón anhela.

Con la curiosidad de un niño y el asombro en la mirada, Maxi recorre pueblos y ciudades mochila al hombro y mate en mano. Lo acompañan la infaltable sonrisa y un par de legendarias zapatillas: “Soy Maximiliano y mi cédula de identidad dice que tengo 25 años, para mí que soy un alma vieja atrapada en un cuerpo joven. Nací en Montevideo, en una casita muy humilde, con suerte de tener una madraza de esas que se la juegan a por todas. Estudié muchas cosas y dejé sin terminar muchas otras: hice un año de facultad de Ciencias Sociales, otros años de profesorado de Historia y de Geografía; en la actualidad tengo muchas ganas de hacer filosofía, soy muchas cosas pero no soy nada.  Voy caminando, todavía no sé para dónde, o sí, pero el camino puede cambiar en cualquier momento, entonces se me hace muy, muy difícil contarte para donde voy. Aprendí a eso, a que todo puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos, que la vida es así y el mañana no es tan mañana, sólo importando lo que pasa hoy.” ¿De verdad tienes 25 años? Empiezo a creer que eso del alma vieja es cierto, porque solamente el tiempo y la experiencia nos hacen comprender eso de NADA COMO EL AHORA. Y sigue: “Del mundo creo que el Ser Humano es un bicho raro enmarcado en tiempos donde a veces nos olvidamos de ser eso, Humanos, mientras que sólo nos acordamos de la parte de bichos. Y bichos, no despectivamente, o sí, quizás un poco. Nos hacemos problemas por cosas tan simples que nos hacen olvidar a qué venimos realmente, ¿no? A ser felices.”

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Maxi es un soñador y a pesar de todo, sigue andando: “a veces estoy tan arriba que me hace falta algo o alguien que me baje un poco a tierra, aunque en el transcurso de mi vida he sabido estar tanto en el cielo como en el suelo, pero soñando igual, atontado por tantos puñetazos que me ha dado la vida, sigo ahí…caminando de a poquito.”

Pero ¿cómo empezó todo? Pues un día, asfixiado por una vida que no quería tener, encerrado por horas haciendo un trabajo mecánico en el que pensar era casi innecesario, decidió armar la mochila. Estaba harto de ver el mundo pasar desde esa cápsula en la que se sentía atrapado y decidió salir, a pesar de las advertencias de algunos acerca de lo terrible que era el mundo fuera. “¿Cómo vas a renunciar al trabajo? ¡Estás loco! Sí, renuncié y me fui.” Las palabras de Maxi me recuerdan tantos momentos de mi vida, en los que tomar la decisión más fácil era la comodidad de quedarse; contra viento y marea, críticas y burlas, armé maletas y me fui. “La verdad es que entiendo las preocupaciones de mi entorno, porque si no lo hiciera sería muy egoísta de mi parte. Y yo me fui, renuncié para hacer mi primer viaje, al altiplano.  Más no me arrepiento de las decisiones tomadas y los caminos recorridos porque he aprendido un montonazo estando fuera y también estando dentro. El camino costó y no fue fácil recorrerlo, muchas puertas se cierran mientras que otras se abren, pero uno siempre ahí, porfiado, con ganas de seguir apostando a lo que nos hace felices: ¡siempre hay que apostar por eso!”

Perú y Bolivia le enseñaron que podía ver más allá de los prejuicios y encontrar gente buena y dispuesta a ayudar. De ese viaje volvió diferente, con hambre de más, y desde entonces busca la manera de seguir. Los viajes por el interior de Uruguay y Argentina solamente alimentaron las ganas hasta que finalmente llegó a Chile. Volvió a comprobar que lo que hace los viajes tan especiales es la gente que se conoce en el camino. Viajar fue entonces la mejor escuela… “fue comenzar a conocerme, a medir mis capacidades y a entender que puedo realizar lo que me propongo: comprender que mis limitaciones eran mentales y venían acompañadas de miedos que tenía que vencer, que tengo que vencer.” Para Maxi la felicidad es la libertad; no necesita de mucho, pero no pueden faltar la mochila, el cuaderno y la cámara. La fotografía lo atrapó cuando la descubrió como herramienta para comunicar y compartir en el blog, que comenzó llamándose “CON MOCHILA” para luego mutar, y ser “Viajero con Mochila”.  Las fotos y las palabras se complementan para expresar su modo de ver al mundo.

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Entonces, le pregunto sobre cómo decide a qué destino seguir: “Es una buena pregunta, si me pongo a analizar mi recorrido hasta hoy, creo que tengo pasión por las montañas y los puertos. No sé, es una atracción hacia esos sitios que aún no he logrado descifrar. Algunas cosas suelo planificar, pero también depende del viaje: si será un viaje largo, planifico menos y si el tiempo está contado intento llevar todo más armado. Intento encontrar lugares donde sienta que pueda estar cómodo y que tengan cosas para enseñarme.” Creo que voy entendiendo por qué me enganchó tanto su cuenta, a mi también me llama la montaña, cuando paso mucho tiempo lejos es como si empezara a marchitarme, es algo difícil de explicar, pero veo que no soy la única que siente el llamado de los Apus.

Me atrevo a preguntar cuál es lugar más impactante que conoció hasta ahora y sin dudar responde que Potosí. «Me gusta mucho la historia y allí la encuentro viva, entre su Cerro Rico y su gente, su altura que sofoca mientras masco coca. De verdad es un lugar que recomiendo para conocer Latinoamérica en serio, ahí desde adentro.” Sigo preguntando, esta vez por uno de sus lugares recurrentes: Cabo Polonio. “El Cabo Polonio fue una especie de faro en mi vida, que supo levantarme cuando yo estaba muy abajo, ese lugar que al menos todos, una vez en la vida supimos estar. El lugar apareció y las estrellas se encendieron, me sanaron mucho y desde ahí comencé a querer compartirlo con todas y todos. Creo que es mágico, y sana mucho.” Listo, tomo nota, Cabo Polonio entra a mi lista de lugares mágicos.

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Pasaron ya dos años desde que empezó su aventura, y en el camino ha descubierto otras cosas sobre sí mismo: “Viajar me ha despertado cosas que no sabía que las tenía: me apasiona llegar y comenzar a probar comida característica de los lugares para después venir y cocinar en casa, o hacer el intento (preguntarle a mi vieja de la sopas altiplánicas que supe cocinar hace un tiempo jaja)”, y es que, viajar es abrir una puerta para salir de casa y conocer el mundo de afuera y el de adentro.

Maxi escribe cuando viaja y así, naturalmente, empezó la construcción de Micromundos. ¿Cómo va el libro? – le pregunto… “El libro va bien… es muy difícil escribir, uno tiene que estar inspirado y también buscándole la vuelta para no escribir por escribir, ¿no? A veces las ganas están, pero la inspiración no llega, aunque cuando viajo, siento que se hace todo más fácil para contar a través de las palabras. Eso me gusta, estar viajando y escribiendo. Será un libro de textos, historias, algo de poesía y cuentos de estos años recorridos en Latinoamérica y lo voy a terminar con textos que escribiré en Asia, en la India.”

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Maxi por @santi_cabral

Aunque reconoce que las redes sociales lo han ayudado mucho a crecer y a moverse por el mundo de los viajes, admite que le ha llevado muchísimo trabajo, muchas puertas quedaron cerradas y no ha faltado una buena cuota de desilusión. A pesar de todo, sigue trabajando por su sueño de poder vivir viajando, de convertirlo en un medio de vida y jamás dejar de hacer lo que tanto le gusta. El mundo virtual, paradójicamente, le ha dado más de lo que esperaba en el plano humano, “me he nutrido de historias increíbles, de gente con mucha magia. Se han puesto en mi camino para compartir y abrirse de tal forma que uno sentía que nos conocíamos de hace mucho tiempo. Por suerte, las personas que he conocido son extremadamente maravillosas, y eso es lo que tengo que agradecer al blog.”

Para este joven extraordinario, la familia es un ancla importante: “Mi familia supo estar siempre, mis hermanos, mi vieja y mi abuela fueron los que estuvieron ahí cuando yo estuve arañando el suelo. Los que me dieron para adelante en lo que pensaba, y los que creyeron en mí cuando nadie creía. Yo pude seguir adelante gracias a ellos y su apoyo, porque en esas circunstancias yo no creía ni en mí mismo.” Y esto es algo común de lo que hubiera imaginado entre los viajeros que he entrevistado en el pasado: los lazos familiares y sus vínculos de amistad son sólidos, un puerto seguro al cual volver luego de cada aventura.

Maxi tiene planes de viajar lejos, y aunque se confiesa muy malo con los idiomas, sabe que hay lenguajes universales y eso facilita el entendimiento. Viaja con seguro médico y en vez de cargar dinero, usa una tarjeta prepaga para ir debitando y estar más seguro (tomo nota). Este año promete llenar de huecos sus las zapatillas y su mochila de experiencias; seguirá con sus excursiones al Polonio en Uruguay; en octubre se va para el Cusco, en Perú, con un grupo que está armando, donde pueden acompañarlo personas de todos lados; y, a fin de año, se viene el gran viaje por Asia.

Maxi, viajero con mochila, me enseña lo mismo que aprendió en sus viajes, a confiar en uno mismo y en los demás, a perder muchos miedos ajenos y a creer: “Crean, sueñen, trabajen mucho para conseguir sus metas, golpeen muchas puertas y que no les de vergüenza”, nos dice, y vaya que podemos aplicar el consejo en más de un ámbito de la vida, ¿no?

No sé ustedes, pero me dieron ganas de desempolvar la mochila y llenar otra vez de huecos las zapatillas; como por ahora no pueda hacerlo, seguiré los pasos de Maxi, allí por el mundo, aunque sea el virtual.

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Las tres infaltables:

¿Cuál fue tu juego o juguete preferido?

Un peluche de lana que me trajeron de Australia. No sé porque me gustaba, creo que era porque era sencillo.

¿Quién o qué te inspira?

Me inspira mi vieja porque es una luchadora nata, y también, desde su sencillez, me inspira Pepe Mujica.

¿Qué desearías inspirar en / a los demás?

¡Que pregunta más difícil!  El valor a vencer algunos miedos, a confiar y a creer en los demás.

Si quieres seguir a Maxi en sus aventuras y Micromundos, visita su cuenta de Instagram; su fanpage de Facebook y por supuesto su blog, donde podrás leer más sobre sus viajes.

Marcelo Moscoso Pantoja: Educando para el futuro

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De Marcelo Moscoso Pantoja me inspira su COMPROMISO CON LA EDUCACIÓN MEDIOAMBIENTAL.

Mi primer contacto con Marcelo fue hace casi una década. Mientras preparaba mi tesis de grado empecé mis pininos con el boom de aquél entonces: un blog. Hacía ya buen tiempo que me interesaba el tema del medio ambiente y luego de defender mi tesis sentí la necesidad de iniciar un blog relacionado con el tema; pero desde una perspectiva muy didáctica, con información clara a la que pudieran acceder tanto adultos como niños, y que tuviera más puntos positivos que negativos. En mi búsqueda constante de buenos contenidos y fuentes fidedignas fue que encontré a Natura – Medio Ambiental.

Natura – Medio Ambiental tenía miles de seguidores y en aquel momento replicaba noticias y artículos relacionados con la contaminación, cuidado de recursos, flora y fauna, energías limpias, cambio climático y mucho más. Con el tiempo se fue convirtiendo en un espacio de divulgación de tono más científico, con artículos de creación propia y participaciones de académicos y otros interesados en la educación medioambiental.

Luego de varios años de intercambiar información, participaciones en publicaciones y a pesar de las dificultades, pudimos conocernos cara a cara en una de sus visitas a Buenos Aires. Nos quedamos horas hablando de la decena de libros que acababa de comprar y de otros tantos que había terminado de leer, de todo el trabajo que queda por hacer, de la sociedad que no reacciona, de nuestros hijos, de nuestro hermoso planeta herido. En su última visita a la ciudad pude convencerlo de darme una entrevista, pues desde hace mucho es una gran inspiración en uno de los ámbitos que más me interesa.

Marcelo es de Tarija, una bella ciudad al sur de Bolivia que colinda con la Argentina. Hoy, a sus 42 años, recuerda su paso por el Colegio San Ignacio de Loyola, y su lema “Ser para los demás”, como una marca que de alguna manera ha guiado su camino. Obtuvo la Licenciatura en Ingeniería Agronómica en la Escuela Militar de Ingeniería en la ciudad de La Paz, pues en aquella época no existían aún carreras como la de ingeniería ambiental. Pero esto no lo detuvo y siguió estudiando y capacitándose, haciendo varias maestrías, especialidades, diplomados y cursos con base en el tema ambiental.

Hace mucho que trabaja como consultor ambiental, y como toda actividad independiente, la estabilidad laboral es un reto, pero uno que no ha podido detenerlo. Él describe la situación como mirar un electrocardiograma, con picos y valles, pero finalmente se sigue para adelante. Tuvo la oportunidad de estudiar en España, Israel, Egipto y Argentina, y asegura haber aprendido que “el mundo no se termina donde se termina tu mirada”.

Su pasión por los temas ambientales lo ha llevado al campo de la educación y difusión, primero a través de medios virtuales y redes sociales (Web, Twitter , InstagramFacebook) y finalmente a las aulas. Su nueva faceta de docente universitario le gusta mucho, pues lo obliga a estar siempre actualizado y a comprometerse con una educación de calidad que siembre en las nuevas generaciones la preocupación por el cuidado del planeta y sus recursos.

Poco a poco se ha ido especializando en la rama de Cambio Climático y confía en poder aportar desde su lugar a su cada vez más extensa red de seguidores virtuales y a sus alumnos.

Uno de sus mayores temores es convivir con una sociedad impasible, indolente y totalmente ajena a lo que le está sucediendo al planeta. “Tenemos un río, ya casi no tiene agua por la degradación ambiental, pero ¿hay voluntad civil por hacer algo? ¿tiene intenciones este gobierno, el más depredador de la historia, por defender a la “madre Tierra” que tanto la menta y citan en discurso que tiene? ¡No!” – me dice entre enojado y desilusionado.

Cuando le pregunto cómo se interesó por el medio ambiente y cómo pasó luego a ámbitos como la comunicación y la educación, confiesa con una sonrisa que quería ser piloto; pero luego con seriedad hace referencia a la máxima de Sartre, «la felicidad no es hacer lo que quieres sino querer lo que haces». Y continúa: “Vivimos encadenados unos al otro, somos un eslabón que se une con otro. Si sé sobre un tema, poco o mucho y que pueda favorecer a todos, es menester salir de los libros, del aula, del estudio hacia la sociedad. La idea es fortalecer esos eslabones que nos unen para reforzarlos ante los embates de la corrupción, el no “importismo” del tema, al pensamiento egoísta de que el hoy me interesa y el mañana será problema para los que vienen. La educación es el arma más poderosa que existe, sea formal como en una universidad o informal como en una reunión en cualquier lugar, todo suma. Si no comunicas lo que aprendes ¿cómo aplicarlo?”

Cada uno de sus proyectos nace de quienes lo hacen responsable de la planificación y seguimiento de cada uno, se trate de un puente, un camino, una bodega, etc. Y son más atractivos en la medida en que el componente socioeconómico es mayor, pues le da la oportunidad de enfocarse en el factor ambiental y trabajar en sus diferentes interacciones, aportando su conocimiento y experiencia en el campo para encontrar soluciones que beneficien a la sociedad y al medio ambiente.

Marcelo me cuenta que su mayor reto profesional fue trabajar por casi tres años en la evaluación ambiental de un proyecto inmenso en una zona delicada, en el que, junto a sus colegas, pudo cumplir con lo requerido, pero que a la larga lo impulsó a cambiar de rubro.

A Marcelo lo han tildado de “Quijote Ambiental” y se frustra al sentir que no puede cambiar al sistema que considera “corrupto, vil y mediocre”. Pero, aunque eso le moleste y lo haya obligado a idealizar menos su cruzada por el medio ambiente, no le ha quitado el motor y sigue para adelante, aprendiendo y difundiendo con generosidad sus conocimientos; y eso no pasa desapercibido, pues cada vez son más los que notan en él esa chispa que enciende en los demás la curiosidad por aprender más, la preocupación y las ganas de tomar acción para lograr un mundo mejor. Aunque es increíblemente exigente con sus alumnos y muy duro con sus críticas a los gobernantes y sociedades por su desidia en el tema, confía en poder sembrar en los demás es a locura por preservar el mundo en el que vivimos.

Cuando hablamos de sus motivaciones para seguir aprendiendo y difundiendo, Marcelo recuerda que es un hábito familiar, “siempre los veía con un libro, eso influyó positivamente porque soy adicto a la lectura, tanto a las novelas como a las de mi rama académica. Te doy un ejemplo: ¿Acudirías a un cirujano que lo último que leyó fue su trabajo de graduación y nada más? Hay una cierta pizca de exageración, pero pizca, ojo. El conocimiento si no sale de tu biblioteca o de tu persona es egoísta e inútil. Hay que predicar con los hechos y siempre humilde para aprender de todos.”

 Aunque sus proyectos no lo han llevado aún a trabajar de la mano con pueblos originarios, sí ha podido involucrarse con personas del campo a quienes considera tienen el real conocimiento: Ellos tienen el conocimiento real y nosotros venimos a ser su complemento. Ellos son quienes nos dan de comer, quienes nos visten, quienes son los cuidadores del patrimonio natural, nosotros, los de la ciudad, somos los que nos olvidamos de ellos o los que les regateamos centavos por una lechuga que con tanto sacrificio fue producida. Es patética la sociedad plástica donde tenemos que digerir tanta fotografía superflua, pero en la intimidad somos miserables al grado de maltratar y regatear al más necesitado. Falta equidad, respeto, es una farsa lo que vivimos y egoísmo más prepotencia son dos variables muy peligrosas.”

Mientras se acaban los cafés, Marcelo recuerda a un profesor que tuvo en Israel. Acababan de aprender muchísimo y querían poner en práctica todo lo aprendido, pero el profesor los detuvo y les dijo: “No adopten lo que vieron aquí sino adapten a su realidad los que más rescataron de este país”. Eso le dejó grabado algo muy simple pero que solemos perder de vista cuando miramos modelos externos: Hay que poner en práctica cualquier emprendimiento en el contexto real, lo que idealizamos o añoramos puede no funcionar de la misma manera.

Marcelo gusta de trabajar solo pero rodeado de gente, mientras observa a los demás trabajar, reír, hablar, él se concentra en los proyectos y lo que parece ser un descanso, se convierte en un momento productivo. Se describe como apático para las fiestas, hiperactivo, y en su burbuja sin prestar atención al qué dirán. Adora la tertulia con personas que le resulten interesantes y siempre con un buen café de por medio.

Va acabando nuestra charla, y entre risas vamos matando la angustia por el planeta que les va a tocar a nuestros hijos pequeños, “hay que ponernos las pilas, hermana, tenemos que hacer algo por estos chiquitos”, me dice, y nada más cierto. Cerramos nuestro encuentro, demasiado breve pero siempre interesante, con un fuerte abrazo y la promesa de seguir compartiendo desde nuestro lugar, aprendiendo y difundiendo cada día, aunque el reto parezca imposible.

Hasta la próxima, querido amigo.

Las tres infaltables:

¿Cuál fue tu juego o juguete preferido?

La pantera rosa, supongo porque fue dormí con el peluche desde bebé.

¿Quién o qué te inspira?

Me inspira la competencia sana por sobresalir en mi rubro académico y laboral, no lo tomo por ego sino por desafío a que debemos mejorar cada día algo.

¿Qué desearías inspirar en / a los demás?

 El amor por los libros. La educación es el futuro. ¿No crees que para salir de la pobreza hay que salir de la ignorancia?

 

Si te interesa seguir el trabajo de Marcelo, puedes visitar su página Natura – Medio Ambiental; encontrarlo en Twitter @naturaambiental y en Facebook. Hace pocos días abrió una cuenta en Instagram como @patriciomarcelo_mp. Se encuentra a disposición para cualquier emprendimiento ambiental o difusión de temas afines. Puedes contactarlo escribiendo a jrial.chaco@gmail.com

Andrea Martens: Camino a la felicidad

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De Andrea Martens me inspira su ENTUSIASMO y el CORAJE de animarse a hacer lo que ama a pesar de la incertidumbre.

Conocí a Andrea por una publicación de Arturo Bullard, fotógrafo y viajero peruano a quien sigo en redes hace ya un tiempo. Arturo presentaba a Andrea como la única peruana que había pasado la selección para CEO Cancún, un trabajo soñado en el que el ganador se convertiría en un promotor de experiencias en esa hermosa playa. Vi el video de Andrea entre los 50 que quedaron luego de los primeros 6 mil y de inmediato me llamó la atención su carisma y entusiasmo. Empecé a seguirla en redes y a intercambiar algunos mensajes, y la verdad es que me encantó poder conocerla un poco más.Cuando le pregunté si se animaba a una entrevista estaba en Vietnam con su hermana, que había ido a visitarla, y para cuando pudo responder ya había llegado a Australia. Y es que así es Andrea, una nómada, viajera incansable, coleccionista de experiencias y entusiasta al compartir lo que va aprendiendo.

Andrea trabajó por años en corporaciones importantes (IBM, Loreal, P&G) hasta que decidió que su felicidad estaba en otro lugar y decidió salir a buscarla con la mochila al hombro. Se fue a África con la idea de pasar dos meses sin saber que su nueva vida arrancaba con ese viaje. Pasaron ya más de dos años y, en su búsqueda de ser feliz y hacer lo que le llena el alma, ha pisado lugares que la gran mayoría de nosotros vemos solamente por la tele y en revistas de viaje: Indonesia, Nueva Zelanda, Australia, Tailandia, Myanmar, Vietnam… y la lista se incrementa de a pocos.

Muchos se preguntarán cómo puede costear este tipo de vida, y la verdad es que no es fácil, hay que ser ahorrador y disciplinado y animarse a trabajar de lo más inesperado. Ella ha tenido que hacer de todo, desde trabajar en una línea de producción acomodando ostras hasta lijar veleros, pasando por limpiar hostels o vendiendo en alguna tienda. Ha vivido en un auto y en un velero. ¡Caracho!, hay que tener coraje para lanzarse a la aventura y animarse a aceptar que lo que amas está fuera de cuatro paredes grises y un cheque a fin de mes.

Con este viaje busco encontrar mi propia felicidad. Soy mucho más feliz ahora que vivo viajando, descubriendo países y conociendo a gente inspiradora, de lo que era antes cuando priorizaba la seguridad y estabilidad económica, pero todavía me falta mucho. Me falta encontrar esa combinación perfecta, que mi hermana una vez me compartió, y es algo que los japoneses llaman Ikigai, donde se une lo que te apasiona hacer, lo que eres buena, lo que te genera un ingreso y lo que tiene un impacto positivo en el mundo” – me cuenta.

Mientras eso sucede, su meta es compartir con los demás lo que está viviendo, demostrando que se puede ser feliz de muchas maneras y que el éxito no depende de la cantidad de ceros en un cheque o íntegramente del desarrollo profesional. Como dice, siempre franca y directa: “Como muchas cosas, cuando haces algo diferente, tiene muchos momentos difíciles, retadores y solitarios, pero al final, vale la pena.”

Al preguntarle sobre cómo se animó a armar la mochila y cambiar de vida, me dice: Finalmente acepté que la vida que llevaba no me hacía feliz. A pesar de que tenía todo el checklist encaminado (Ingeniería Industrial, empresas multinacionales, marketing en los head quarters de Latino América) yo no estaba nada contenta, y lo peor era que no entendía por qué. El problema era, y casi que me da vergüenza decirlo, que a mis 25 añazos, no me había preguntado realmente, qué es lo que me hacía a MI, Andrea, feliz. Y fue ahí, en un día de lluvia en mi super oficina en Panamá, donde nació mi ahora adorada lista: ¡Las 5 cosas que más me gustan hacer en esta vida! Y son: Viajar, Hacer deportes de aventura, Nadar en el mar, Bailar y Conocer gente nueva. Me di cuenta inmediatamente que por los últimos 3 años solo había hecho 2 de 5, y no muy frecuentemente. Voilá! ¿Cómo iba a ser feliz si nunca hacía las cosas que me hacían feliz? Algo tenía que cambiar. Es interesante hacer esta lista, de vez en cuando les pregunto a mis amigos viajeros que la hagan y la mayoría, al igual que yo, se sorprenden al darse cuenta que nunca se lo habían preguntado antes. Las reacciones son siempre positivas, algunos gratamente sorprendidos, confirmando que están muy bien encaminados haciendo por lo menos 4 de 5 frecuentemente, y otros se quedan muy pensativos, dándose cuenta por qué quizás últimamente han tenido un sentimiento de insatisfacción. De vez en cuando reviso mi lista y si llevo un par de meses sin hacer la mayoría de los puntos, entonces sé que algo tiene que cambiar.”

La verdad es que leí esa lista en sus redes justo antes de que Andrea cumpliera los 30 años, y me movió tanto que escribí sobre ello aquí . ¿Tú te hiciste alguna vez esa pregunta?

Andrea tiene cientos de anécdotas de todo tipo, desde aquella en la que la hiena que casi se roba la comida en el Cráter Ngorongoro en Tanzania hasta despertarse a media noche con lo que pensaron era un perro y enterarse a la mañana siguiente que era un leopardo husmeando por el campamento asentado en una formación de granito de más de 700 millones de años en el desierto de Spitzkoppe, Namibia. Confiesa haber completado los deportes de aventura que quería hacer antes de cumplir 30 (paracaidismo en Namibia, bungee de 111 metros en Zambia y, el que hasta el día de hoy más la ha asustado, canotaje en el río Zambeze donde las cataratas Victoria crean la mayor cortina de agua en la tierra) y ha volado en globo aerostático sobre el Serengueti, con una vista privilegiada de miles de animales, incluyendo la migración de un millón de Ñus en Tanzania, “donde te quedas boquiabierta de ver miles de miles de animales libres, salvajes, tratando de sobrevivir en este mundo y confirmas que El Rey León realmente existe”.

Esta intrépida viajera ha caminado sola por el desierto en busca de cebras, pero en lugar de eso se encontró con una docena de Orix… “son una especie de antílope, pero con cuernos rectos y puntiagudos de 2 metros con los cuales no te quieres encontrar, por lo que tuve que retroceder haciendo el Moonwalk de Michael Jackson porque lo peor con estos animales es que piensen que estás corriendo de ellos, así que tienes que retirarte como dice la canción, des-pa-cito.” No sé ustedes, pero me acabo de imaginar la escena y no puedo evitar reírme, y es que así es como ella cuenta habitualmente sus aventuras, con un gran sentido del humor y haciéndote sentir que eres uno de sus amigos de toda la vida siguiéndole los pasos por el mundo.

Sus viajes la llevan a vivir de todo, situaciones fantásticas, tremendas, impredecibles… Como aquél viaja a Sudáfrica en el que vio pingüinos, tiburones, leones, chitas, jirafas, elefantes y tuvo su peor accidente automovilístico cuando el auto quedó destruido al chocar con un Kudu (uno de los antílopes más altos del mundo con cuernos de 3 giros en espiral de 2 metros de largo) que atravesó en la carretera. Se confiesa enamorada de los animales del Okavango Delta de Botswana, donde durmió muy cerca de una manada de elefantes. Recuerda haber conocido uno de los países más pobres del planeta, Malawi, y darse cuenta de la poca importancia de las cosas materiales y el valor inmenso de una sonrisa.

¿Cómo decides un nuevo destino? – le pregunto – y con su ya habitual sencillez, me responde: En mi mente habían estado por años 3 destinos que mi “antiguo yo” estaba guardando para “cuando me retire y pueda realmente viajar”, estos eran: África, Nueva Zelanda y Nepal. Por eso Nueva Zelanda me pareció como el mejor paso a seguir luego de 4 meses en África y Nepal estaba en mi lista para inmediatamente después, pero una de las cosas que he aprendido en este viaje es que es mejor planear menos y escuchar más las recomendaciones de los demás viajeros y tu propio instinto. Así es como mi lista de destinos sigue creciendo, y sigo pateando Nepal para después, (¿porque no se va a mover no?), mientras me salen otras oportunidades en el camino como esta última de vivir en un bote.”

“Ya no hago planes – me dice – y pocas veces estoy segura de lo que voy a hacer el siguiente mes, como ahora, que le dije a mi lindísima madre por enésima vez que iba a visitar a Lima, pero salió otra vez algo bien chévere en este lado el mundo y quizás me quede otro ratito por aquí.”

Llega el momento de hablar sobre las redes sociales y Andrea es clara, para ella son una bendición y una maldición en simultáneo. Los primeros 4 meses de su viaje los hizo sin celular para poder alejarse de todo, es más, durante el primer año no publicó nada. Recién durante su segundo año de viaje se animó a compartir con el ánimo de llegar a gente que de otra manera no podría. Lo que más le gustan son los videos, pues le parecen la forma más personal de compartir cualquier mensaje.

A lo largo de este tiempo ha aprendido de todo… Ahora puedo decir que sé cocinar algo, hace 6 meses no sabía ni cómo hacer un plato, hoy tengo 4 bajo mi manga y sigo aprendiendo, ¡aunque por alguna razón el arroz no me sale por nada!”

De la experiencia que empezó a hacerla conocida en redes, la de CEO Cancún, quedó encantada. Quedó absolutamente sorprendida de la reacción de los peruanos, de cómo cuando un grupo de gente se junta con un fin común puedo hacer grandes cosas y llegar muy lejos. Se anotó por un amigo que le pasó un mail, pero nunca imaginó la increíble respuesta que tendría. La exposición la reconectó con gente de su infancia, amigos en todas partes del mundo y con gente que, como yo, se había visto inspirada por su historia.

¿Cuál ha sido el lugar más impactante que visitaste hasta ahora?, le pregunto, y la imagino sonriendo y gritando cuando leo su respuesta… AFRICA AFRICA AFRICA. No sé si fue porque fue el primer destino a donde fui en este viaje, donde por fin me sentí libre y donde empezó esta loca aventura, o porque realmente confirmé que todos venimos de ese hermoso continente. No por nada mis hermanas me decían Mowgli de chiquita, ¡yo creo que me cae a pelo! En África me sentía una más con los animales, los veía y entendía más ese pensamiento que había estado rondando mi cabeza por años: “nosotros vinimos al mundo a ser libres y felices”. El más retador probablemente fue Nueva Zelanda porque me metí en el mundo de las caminatas y le di duro a mis piernas y especialmente mis pantorrillas que hasta el día de hoy me piden chepi. Comencé a hacer caminatas de 5 días, de 120kms, en cuestas empinadas, en climas congelados, cargando 10ks y con poca comida. Cada caminata fue un reto diferente y valen la pena porque las vistas que te ofrece este país son impresionantes y no hay otra forma de ver lo que yo he visto si no es caminando. Corrección, el más retador sin duda fue la navegada. Primero la navegada de Nueva Zelanda a Niue, mi primera vez en mar abierto, y fue por 2 semanas, en un clima terrible, con 3 señores que casi no conocía y lo único que hacíamos era comer, dormir y estar alertas 6 horas al día para no chocar con otros barcos. Y el segundo fue regresando de Vanuatu a Australia, se dañó el piloto automático y fueron 4 días exhaustivos de navegar manualmente un bote de 18metros entre 2 personas”.

El viaje de Andrea ha sido un continuo aprendizaje, sobre sí misma, sobre sus límites, sobre sus anhelos. En este tiempo ha aprendido a navegar; a hacer larguísimas caminatas cargando más peso del que se creyó capaz; a manejar por el lado opuesto del camino; a revisar un carro minuciosamente “cual mecánico antes de comprarlo”; aprendió muchísimo sobre animales en África y si pudiera, regresaría a vivir con ellos un tiempo. Hizo paracaidismo 2 veces, una sobre los desiertos de Namibia y el otro sobre las montañas de Nueva Zelanda; voló en globo aerostático sobre una manada de Ñus en África y sobre 4,000 templos en Bagan, Myanmar; hizo bungee sobre las cataratas Victoria en Zambia. Ha nadado con delfines, tiburoncitos y serpientes; ha tenido accidentes de auto y de moto; hizo un roadtrip de 2 meses sola y le fascinó. Aprendió a tocar un poco la guitarra, algo de holandés y se prepara para aprender Kite surf.

Me cuenta que con el idioma no hay problema, que todos hablan inglés, y las pocas veces que no, en Asia, por ejemplo, con “mímicas todos los caminos llevan a Roma”.

Empezamos a hablar de cuestiones cotidianas y sale el tema del baño… “el baño, en Africa, siguiendo el espíritu aventurero, muchas veces es ¡en la naturaleza nomás! En los demás países no hay problema siempre hay baños públicos o en los restaurantes. En el bote había adentro felizmente, pero en mi primer bote no había puertas, ¡así que ahora considero la privacidad un lujo!”

Su próximo destino soñado es Nepal, el único pendiente de sus originales 3, pero quién sabe si antes se le cruza alguna otra oportunidad de seguir viviendo la vida a pleno. Quiere darse una vuelta por Sudamérica y a su lista se van sumando Sri Lanka, India, Islandia, Israel, Uganda, Bhutan, Filipinas y más.

Le pregunto cómo se describiría, cómo cree que la describiría la gente, y me dice:

“Yo me describiría como libre, alegre e inconformista (si es que existe esa palabra). Desde hace años una de las palabras que mi hermana usa para referirse a mi es #NoShame, porque hago cualquier cosa que la haga reír sin importar quien me esté viendo y me encanta ser así! Ahora soy libre, no solo físicamente, que me puedo mover de país y viajar y hacer de todo, pero mentalmente, libre de tener que hacer lo que alguien dice, si no pienso realmente que es lo que yo quiero hacer, qué es lo que me va a hacer feliz y a dónde voy a llegar con eso. Ya no tengo la presión de tener que tener una carrera para hacer millones y poder retirarme a los 60 para viajar, ¡porque ya lo estoy haciendo! Así que, si a los 60 tengo que quedarme trabajando, no la voy a pasar tan mal recordando que a los 30 hice lo que estoy haciendo. Mega inconformista, porque siempre quiero más, si antes era más plata o subir en el trabajo, ahora es más conocer, más disfrutar, más aventuras, más retos. Cuando viajo con alguien, siento que hago “trampa” por no estar haciéndolo sola, cuando estoy como ahora con un solaso de playa y yo sentada en la computadora pienso “como no estoy disfrutando en la playa”, cuando estoy viajando pienso “como extraño a mi gordabella” (perrito), y así es difícil ser realmente feliz, así que trato de entrenar mi mente, porque por lo menos voy en el 1er paso, la aceptación, sé que todo está en la mente y una vez que pueda controlar eso, estaré encaminada a ser más feliz. La gente me describiría, creo que en este momento, como un poco loca. La gente en Lima no está acostumbrada a este estilo de vida que estoy llevando y muchos me preguntan, ¿y después qué? Y cuando respondo, cuando venga llegue ese momento veremos, creen que estoy aún más loca. Otros piensan que es valiente, salir de los convencional y explorar otras alternativas. En general creo que me describirían como positiva y alegre, al fin y al cabo, lo que busco es estar feliz y la gente lo nota. También me describirían como ahorradora/roña, con poca paciencia y despeinada ;)”

Para Andrea, la mejor parte de viajar es la gente que conoces. Para ella, es la gente la que hace el viaje. Mucha gente a cruzado su camino y de cada una ha aprendido algo y la han transformado en quien es hoy, gente distinta y generosa con su conocimiento y su tiempo. Su consejo: “deja de mezclarte con gente igual a ti y atrévete a compartir con gente totalmente diferente.” Una de las cosas que más le gusta de las conversaciones con otros viajeros es la honestidad, y es que a veces conversar con un extraño nos hace más fácil desnudar el alma y hablar sin reparos a pesar del pasado

Me pregunto qué estará haciendo ahora, seguramente estará navegando o corriendo por la orilla de una soleada playa australiana, quién sabe y pronto la vida nos cruza en algún lugar del planeta. Espero para entonces haberme formado el hábito de hacer aquella lista y preguntarme siempre… ¿y, a ti, qué te hace feliz?

Las tres infaltables:

¿Cuál fue tu juego o juguete preferido?

Ligas – siempre he sido activa y cualquier cosa que implique saltar, volar, sudar y caerte, me encanta. Jugaría ligas ahorita si tuviera.

¿Quién o qué te inspira?

Personas que realmente han encontrado su propia felicidad o que están en búsqueda de. Porque de eso es lo que se trata la vida al final ¿no? No de coleccionar cosas, ropa, plata, currículum, MBAs, nadie sabe si te mueres mañana o si vas a poder hacer ese viaje a África con el que tanto sueñas para cuando tengas 60. Hay que hacer lo que realmente nos hace feliz, como dice Warren buffet en esta frase que yo tenía en mi cuarto pegada sobre mi televisor, por 5 meses antes de renunciar: There comes a time when you ought to start doing what you want. Take a job that you love. You will jump out of bed in the morning. I think you are out of your mind if you keep taking jobs that you don’t like because you think it will look good on your resume. Isn’t that a little like saving up sex for your old age?”

¿Qué desearías inspirar en / a los demás?

  1. ¡Contagiar sonrisas! Me han dicho que mi sonrisa es contagiosa, y entonces ¿por qué no tratar de hacer sonreír a más personas? Hago cosas chiquitas desde sonreírle a extraños cuando estoy corriendo en las mañanas, y acariciar a cada perrito que se me cruza, hasta hacer videos donde transmito alegría y risas ¡así sea burlándome de mí misma!
  2. Buscar lo que realmente te hace feliz. Quiero motivar a la gente a que por lo menos empecemos con la pregunta más básica, ¿qué nos hace feliz?
  3. ¡Viajar! Y viajar a sitios distintos, con gente totalmente diferente, con culturas antiguas, con comida exótica o animales impresionantes. ¡Algo nuevo! No le veo tanto sentido ir cada julio a USA o diciembre a Europa. ¿Ya no hemos visto eso una y mil veces? ¿Qué tanta alegría te da comprar más cosas en Miami? Hay tanto que explorar en este mundo que me cuesta entender, si alguien tiene los medios para viajar, ¿por qué no conocer algo nuevo? Garantizo que cada vez que conoces algo nuevo, país-cultura-persona, creces como persona.

 

Si quieres saber más de Andrea Martens, puedes seguir su web Mowgli Travels, su página de Facebook, cuenta de Instagram o su canal de Youtube.

 

Cecilia Videla: Resiliencia puntada a puntada

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De Cecilia Videla, “Chechu”, me inspira su resiliencia. Cuando conocí a Chechu hace unas pocas semanas, nunca pensé que esa clase de costura en la que me había anotado me pondría frente a frente a una mujer formidable.

Confieso que la primera clase me sentí intimidada, explicaba cómo hacer un patrón y lo hacía ver facilísimo. Cuando me tocó el turno de hacerlo, sentí su mirada atenta sobre el hombro y me puse nerviosa. Chechu es exigente y aunque fuéramos principiantes no nos dejaba pasar los errores. Luego de algunas clases no solamente me enseñó – junto a la maravillosa Lili – a usar la máquina de coser, sino que, además, me animó a seguir aprendiendo y me dio muy buenas lecciones de vida.

Cuando le pedí la entrevista yo tenía en mente hablar sobre su manera tan clara de enseñar, con consejos claves pero simples y dándonos ánimo a cada instante. Nunca imaginé que descubriría mucho, muchísimo más y que fuera tan generosa contando su experiencia y, sobre todo, abriendo su corazón. Luego de escucharla me di cuenta de que eso no era lo que más me inspiraba de ella.

Dicen que para conocer a alguien no hay nada mejor que revisar su historia; Chechu empieza a compartir conmigo, contigo, algo de lo que le ha tocado vivir. Me cuenta que es la segunda de cinco hermanos y que vivían todos con sus padres. Un día, porque siempre hay un día en cada historia, cuando ella tenía 16 años, su papá dijo que se iba a trabajar y desapareció. Por dos años no supieron nada de él, lo buscaron e intentaron de todo para descubrir qué había pasado, pero no tuvieron suerte. El golpe fue durísimo para toda la familia, la incertidumbre fue terrible y sumió a su mamá y a su hermano mayor en una depresión muy fuerte. Esa situación la llevó a dejar de estudiar para empezar a trabajar. Dejó el quinto año (finalmente lo terminó el año pasado, un tema pendiente y uno de sus más grandes placeres) y desde entonces no ha parado, dedicando más de 30 años a un oficio que aprendió cuando apenas tenía 12.

Chechu confiesa que no fue fácil, pero como siempre le había gustado la costura y desde chica había soñado con tener su propio taller, dar clases y diseñar, puso manos a la obra y se lanzó con todo a la tarea monumental que tenía por delante. La costura le pareció una buena manera de poder combinar el trabajo con otras actividades e incluso transitar la maternidad de la mano de una aguja. El tiempo le dio la razón, se casó a los 25 años y pudo cuidar y criar a sus hijas mientras trabajaba larguísimas horas. Se divorció hace 12 y la independencia que ganó trabajando desde tan joven se hizo notar en las épocas más duras.

“Si tengo que definirme, en una palabra, tal vez sería resiliencia. Es lo mío”. Reconoce que tiene muchos años de terapia. Inició a los 18 años, cuando producto de todo lo que había pasado con su familia se enfermó. En aquella época su enfermedad no era una cuestión muy común y se hablaba poco de ella, tanto, que apenas había nacido el primer centro especializado en ella: ALUBA, Asociación Lucha contra la Bulimia y la Anorexia. Chechu tenía bulimia y anorexia, con épocas que se iban alternando hasta que llegó a un punto tan malo que ella misma decidió pedir ayuda. Se fue directo a ALUBA y allí empezó una asombrosa recuperación, donde pudo darse cuenta de qué le gustaba, donde empezó aquella terapia que mantiene como ocasional herramienta para sobreponerse a las caídas que la vida guarda para uno.

A los 38 años Chechu se vio enfrentada a otra situación límite, sin avisar llegó el cáncer de útero. “La vida y mi cuerpo dijo basta, yo trabajaba muchísimo, 16 horas diarias por temor a perder algo de lo que había logrado y para poder mantener a mis hijas. Allí es donde entro a EL ARTE DE VIVIR, donde me enseñaron a respirar, a meditar y a hacer yoga, y me encanta, es como mi cable a tierra”. Mientras me cuenta del curso que va a hacer este fin de semana, “el curso del silencio”, donde espera reencontrarse consigo, el tono de su voz cambia y se nota el entusiasmo. “Siempre estoy buscando cosas que me hagan bien y lo más sano posible para mi y para mis hijas”.

Chechu me regala otro mensaje maravilloso: “Todo lo que pasó hizo que yo me volcara a mi trabajo con locura, me encanta, me encanta todo lo que tenga que ver con la costura, me gusta enseñar y tal vez mostrarles a las mujeres que se puede, que se puede aprender algo y se puede hasta trabajar de esto y mantener a sus hijos. Es algo que quiero transmitir desde siempre, y me pongo como ejemplo porque si yo pude y aun puedo, pueden todas. Lo mismo me pasa con el tema de correr, yo empecé a correr después de que me recuperé del cáncer, dije bueno, momento de una vida sana, dejé de fumar, dejé de trabajar 16 horas, hoy trabajo 8 horas… y empecé a correr, una cuadra sí, una cuadra no… jamás en mi vida me imaginé que iba a correr, hoy soy maratonista, corro 42 kilómetros, hice “el Cruce de los Andes” (100k), “el Rey de los Andes” (60k) y bueno, voy por más, ahora en mayo vuelvo a hacer “el Rey de los Andes” en las montañas y amo, amo eso. Me encanta correr, me encanta la montaña, me encanta mi trabajo, me encanta estar con mis hijas, tengo muchísimas amigas, y soy feliz y pasan cosas en mi vida. Pasan cosas dolorosas también pero bueno, siempre pienso que el dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional, así que yo no me detengo, la vida para mi continúa” – se ríe y recuerda el “tip de Chechu”, haciendo referencia a algo que escribí hace unos días sobre uno de sus secretos: los 5cm sobre los que uno debe mantener la vista, la atención y cuidado mientras cose a máquina. Nada más importa, solamente ese fragmento de tela. “Siempre mirando el presente, el pasado ya pasó y de él solamente tengo que aprender, y del futuro… qué se yo, no sé qué va a venir, pero de lo que sí estoy segura es de que, si armo un buen presente, lo que va a venir seguramente va a estar bueno y si no, podés resolverlo. Eso es un poco lo que le transmito a mis hijas, lo que aprendí y sigo aprendiendo con todo esto, con el Arte de Vivir, con las alumnas.” Grande Chechu. El entusiasmo ha ido cargándose en la voz, los ojos le brillan, la sonrisa asoma. Sí pues, ahí hay amor puro. “Esto no se termina, yo quiero seguir aprendiendo hasta el último día de mi vida, así que vamos por mucho aprendizaje, y cuando digo vamos, sos vos, soy yo y todos los que quieran aprender.”

Hoy, Chechu encontró una buena pareja y cree que es porque la vida le ha enseñado a elegir mejor, y que primero es ella la que debe estar bien. Ella disfruta de la vida con él y con sus amores, los dos grandes motores de su vida, sus hijas Micaela y Paloma.

Ay Chechu, quién hubiera dicho que me ibas a enseñar tanto, y yo, pobre ilusa, pensando que de tus clases iba a salir solamente aprendiendo a usar la aguja y el pedal. Estoy segura de que seguirán saliendo nuevos proyectos y podrás lograr lo que te propongas siempre. Gracias por tu testimonio maravilloso.

Las tres infaltables:

¿Cuál fue tu juego o juguete preferido?

No tuve un juguete preferido, no tuve muchos juguetes. Tal vez resulte raro pero lo que más recuerdo es las payanas (matatenas, jacks o yaxes). Me gustaba mucho porque me mantenía en contacto con todos los amigos, entonces la payana me trae ese recuerdo lindo, en todos los recreos en la escuela, a la tarde cuando estábamos en el barrio jugando con amigos siempre jugábamos campeonato de payana, con mis hermanos. Más que un juguete es eso.

¿Quién o qué te inspira?

En el tema de la costura me inspiró mi abuela. Mi abuela, una tana (italiana) que vino desde adolescente acá a la Argentina y que apenas llegó se puso a coser y ella construyó su casa cosiendo. Ella me enseñó y me encantaba lo que hacía mi abuela. Ella me inspiró.

¿Qué desearías inspirar en / a los demás?

Lo mismo que me transmitió mi abuela, que con esto se puede construir una vida linda, desde tener tu propia casa, auto, criar a tus hijos… te da independencia, libertad, es arte, porque coser es arte y te hace vivir el momento presente, porque tenés que estar todo el tiempo en el hoy pensando lo que tenés que hacer. La verdad es que la verdad es que yo tengo que decir que, a mí, mi trabajo me salvó. Entonces creo que eso es algo que es bueno mostrar, si yo lo hice, todos pueden hacerlo.

 

Si estás en Buenos Aires y te interesa aprender a coser con Chechu, visita Buenas Costuras y déjale un mensaje.

Natalia Sabransky: Ilustrando con humor (y amor)

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De Natalia Sabransky me inspiran su realismo y creatividad para abordar con humor las locuras de la maternidad.

Descubrí el increíble trabajo de Natalia hace casi dos años cuando estaba a punto de convertirme en mamá. Siendo una primeriza cuarentona, viviendo lejos de la familia en un país diferente, pasé muchas – demasiadas – noches, leyendo, investigando, aprendiendo, de lo que pensé sería una etapa hermosa y para disfrutar a cada segundo. Nada me había preparado para lo que se me venía encima. NADA. Pocas personas fueron realmente francas al contarme sus experiencias, y cuando nació mi pequeñito y la depresión postparto y el agotamiento empezaban a volverme loca, volví a encontrarme con las ilustraciones de Naty. No puedo explicar la sensación de alivio al verme reflejada en muchas de sus ilustraciones e historietas, me hizo sentir infinitamente mejor el saber que no era la única y me alegró encontrar a una mamá que no dibujaba solamente corazones y mariposas para retratar el dificilísimo trabajo de la maternidad, sino que con realismo, naturalidad y humor, compartía sus experiencias o las de sus conocidas con el resto del mundo.

Aunque ella no lo supiera, se convirtió en un cable a tierra, en un escape para la angustia y me hizo sonreír luego de amargas noches de lágrimas. Estoy inmensamente agradecida por haber encontrado su trabajo y si aun no lo viste, te invito a descubrirlo, seguramente lo disfrutarás tanto como yo.

Cuando le escribí pidiéndole la oportunidad de hacerle algunas preguntas, me respondió casi de inmediato con una sencillez y calidez que me alegraron inmensamente, pues fue como confirmar que sí, que detrás de esas viñetas tenía que haber no solamente una mano talentosa, sino un corazón generoso.

Naty tiene 31 años, es de Buenos Aires, Capital Federal, está casada con Gaston y tienen un hermoso pequeño, Santiago, que es el co-protagonista de sus cada vez más populares historietas.

Hace ya un par de años que sus viñetas de «Mamá Ilustrada» circulan por el mundo haciendo noticia en medios virtuales de todo el planeta, en inglés y español, y su serie «Ser mamá es…» se está convirtiendo en material cada vez más recurrente de páginas de maternidad, de humor y hasta de noticias. Basta con hacer una búsqueda de su nombre en cualquier motor de búsqueda para encontrar decenas de páginas con sus simpáticos personajes. Páginas populares como Bored Panda, Huffington PostUpsocl, Daily Feed, Family Share o Hankermag, siguen reproduciendo su trabajo siempre con comentarios positivos.

Pero aunque Natalia se hizo más conocida por «Mamá Ilustrada», lo cierto es que desde hace mucho que ella es una magnífica ilustradora, especialista en manga y anime, que encontró en este personaje una manera de llegar a muchísimas mamás que, como ella, transitan la maternidad con esa mezcla extraña de sentimientos (a veces encontrados) que no siempre logramos procesar. Nada como el humor para relajar y sentirse bien, nada como las viñetas de Naty para no sentirte sola y disfrutar de esta etapa con ojos diferentes y energías renovadas.

«Dibujo desde que tengo memoria – me cuenta – y el humor es algo que me gusta mucho. Hago viñetas de la vida cotidiana en mi fanpage de Naty Ilustrada, al ser mamá decidí plasmar de esa misma manera mi maternidad para compartir las experiencias que se viven a diario con otras mamis.» Y vaya que ha logrado llegar un número cada vez más grande de mujeres que encuentran en sus personajes un adorable o fiel reflejo de lo que les está pasando en ese instante… «Vengo dibujando desde hace mucho tiempo y mamá ilustrada es un proyecto más de los que tengo realizados, es el más exitoso hasta ahora lo cual es genial, pero sería como un anexo de Naty Ilustrada. Por ahora me gustaría seguir con lo que vengo haciendo que son las viñetas de humor.» ¡Sí, por favor, sigue ilustrando!

Cuando le pregunto qué tanto de ella hay en el personaje, me dice: «Diría que mitad y mitad, trato siempre de no ser tan personal en mis dibujos, por eso no vas a ver nombres, ya que la idea es que las mamis se vean identificadas en ese dibujo como si se tratase de sus experiencias y no de una tira cómica de un personaje ya establecido. Los temas surgen todos los días, con cosas que me van pasando en el momento junto a mi hijo ♥»

Natalia se confiesa demasiado ansiosa, y cuando se le ocurre algo no puede tardar mucho en planificarlo porque la angustia de lanzar el proyecto es tremenda. Y entonces, me imagino lo complicado que debe haber sido para ella el esperar para anunciar ¡su tan esperado libro! ¡Sí, Natalia Sabransky está cocinando un libro hermoso!

El mundo editorial puede ser un tanque de tiburones, y Naty decidió publicar por su cuenta y sin la ayuda de una casa editorial específica, y para ello está en medio de una singular campaña de crowdfunding para recaudar anticipadamente los fondos necesarios para cumplir su sueño… «El poder sacar el libro que taaaaanto me gustaría, es difícil, y me está llevando mucho trabajo el comunicarle a la gente que realmente necesito de la ayuda de todos para lograrlo, pero espero pueda concretarse»

¿Por qué es tan complicado? Pues porque la gran mayoría de sus seguidores no conoce las campañas de crowdfunding y se sienten algo confundidos. El proyecto ha sido publicado por Ideame, y es muy sencillo: entre todos podemos lograr la impresión del material de esta talentosa ilustradora argentina que ha tocado tantos corazones con su arte y sensibilidad. Para quien no tiene idea de qué es esto, el crowdfunding es una manera de financiamiento colectivo, de apoyar iniciativas creativas y darle vida a las ideas y sueños de emprendedores de todos los ámbitos. Quizá las campañas más conocidas son las de ayuda social o temas de salud, pero cada vez son más las campañas de jóvenes emprendedores que por falta de capital y acceso al financiamiento convencional se quedan con las ideas y las ganas en el tintero.

Francamente, deseo de todo corazón que Naty pueda conseguirlo, pues su talento es innegable y lo cierto es que me encantaría tener entre manos uno de esos libros maravillosos. Para participar simplemente hay que ingresar aquí, registrarse, elegir la opción preferida, realizar el pago y listo. Al concluir el tiempo asignado para la recaudación (quedan treinta días al momento de esta publicación), se inicia la impresión, pero para ello debe llegarse a la meta establecida. Naty ha pensado que no todos tienen las mismas posibilidades o intereses y por ello ha diseñado una serie de «recompensas» que pueden elegirse según el importe que cada quien disponga para participar de esta pre-venta exclusiva: un wallpaper para celular, un e-book, el libro impreso, postales, etc… todo individual o combinado en combos. Nunca antes tuve la oportunidad de participar en algo tan fascinante como poder elegir por anticipado el producto o combo de productos de un autor, a precios realmente accesibles considerando los valores del mundo editorial y además, con la posibilidad de tener créditos en el libro y un autógrafo de la autora. Simplemente genial.

Aunque Naty se describe como ansiosa, loca, de carácter complicado y muy muy muy miedosa, lo cierto es que es muy valiente por decidirse a perseguir su sueño, y además de una manera tan poco convencional que permite a todos sus seguidores participar y lograr algo que nos beneficia a todos, pues ella cumple su sueño y nosotros recibimos un montón de su arte maravilloso.

«Te vas a caer un montón de veces y te van a decir que no podés, pero así como caídas y trabas vas encontrando, también te vas a llenar de gente que te de una mano. Con trabajo y dedicación las cosas llegan ♥»… ¡Qué cierto es esto! Por lo pronto, yo ya sé qué combo voy a elegir y esperaré emocionada mi recompensa, reservando mi libro antes de que salga de imprenta. No te confundas, no es regalr plata (que es lo que algunos creen), simplemente es hacer una compra anticipada, financiando a una joven emprendedora de gran talento desde el inicio.

Me pregunto qué pasará cuando estos días de recaudación para este proyecto en particular terminen. Siento que pase lo que pase, la genialidad de Naty seguirá dando la vuelta al mundo y dando de qué hablar. Espero esta meta se logre y sea la primera de muchísimos retos cumplidos, superados e inmensamente disfrutados.

Por lo pronto, no me queda más que agradecer por su compañía aquellas noches tristes y angustiantes y por devolverme la sonrisa con su peculiar manera de ponerle humor al caos y desconcierto que puede llegar a dominar el día a día. GRACIAS, eso nada más, GRACIAS.

Las tres infaltables:

¿Cuál fue tu juego o juguete preferido en la infancia?

No tenía muchos juguetes de chica, amaba jugar con mis gatos, me la pasaba todos los días con ellos, era una mini loca de los gatos, jaja…

¿Quién o qué te inspira?

Artistas muchos, por diferentes razones y de cada uno de ellos aprendo mucho. Y de la vida, mi más grande inspiración es mi mamá.

¿Qué desearías inspirar en / a los demás?

¡Ayyy! soy malísima para venderme a mi misma, jaja… quizás lo único que veo en mi es que a pesar de todas las vueltas que la vida me da, y me ha hecho girar feo eh, nunca abandono lo que me gusta hacer, es lo que me llena y apasiona. Si sienten lo mismo de algo, aferrense a eso con fuerza.

Si te interesa saber más sobre esta magnífica ilustradora y sobre sus proyectos, puedes seguirla en su web Mamá Ilustrada, Instagram, Youtube, y sus cuentas de facebook Mamá Ilustrada y Naty Ilustrada.