Argentina

Lorena Balbuena: Trabajando su sueño

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De Lorena Balbuena me inspira su esfuerzo y dedicación para perseguir un sueño y lanzarse con todo por lo que quiere.

Conocí a Lore hace ya varios años. Por entonces ella era compañera de trabajo del que luego sería mi esposo. Fue cómplice y confidente durante el tiempo que tuvimos que estar separados y estuvo cerca para escuchar y aliviar muchas veces la angustia en los momentos difíciles. Tiempo después de conocerla me enteré de que leía las cartas. Debo confesar que pensé que era un hobby interesante y me sentía curiosa pero bastante escéptica. Lo hacía luego del horario de oficina y los fines de semana. Con el pretexto de juntarnos, dos peruanas en Buenos Aires extrañando la buena mesa de nuestra tierra, sellamos la amistad que seguramente nos acompañará a pesar del tiempo y la distancia; y además, me demostró que lo que hacía no era un juego.

Un par de años luego de conocerla, la empresa en la que trabajaba decidió (de la peor y más vil manera) decirle adiós. Viviendo sola y con cuentas por pagar, Lore tomó el temor que le producía tener que empezar de nuevo y una vez más, se subió las mangas y se puso a trabajar. Esta vez decidió que haría lo que le apasionaba desde muy chica, y armada de sus mazos de tarot y una intuición formidable empezó a hacerse de una cada vez más nutrida clientela, hasta ganar su preciada independencia económica.

Se inició en temas esotéricos cuando tenía solamente 9 años, cuando encontró un libro de tarot en la casa de su familia y unas cartas españolas que su tía abuela le había dado escritas a su mamá. Estas tenían en la parte de arriba los significados, y como jugando, empezó a memorizar las cartas. Lore dice que su línea materna está llena de brujas, de mujeres mágicas, fuertes e intuitivas de las que ha aprendido y heredado su capacidad de percibir lo que otros no pueden. Cuando se mudó, conoció otras personas que leían las cartas y empezaron a practicar. Se dio cuenta de que acertaba cada vez más y ya no sólo con las predicciones del fútbol que asombraban a su papá. Al principio era un hobby, pero con el tiempo se corrió la voz y empezaron a preguntarle cuánto cobraba por leer. Allí creo yo, sembró la semilla de lo que luego sería su trabajo soñado. A los 13 años la mamá de una de sus amigas la llamó para que leyera las cartas en una fiesta de Halloween; sus papás estaban preocupados porque no sabían dónde estaba y ella, feliz, volvió a casa con los bolsillos llenos y una gran sonrisa. Allí empezaron sus ganas de hacerlo de manera más profesional. Luego, cuando vivió en Paraguay le dedicó más tiempo y empezó a ganar un poco de dinero.

La muerte de un amigo muy cercano a su corazón hizo que dejara las cartas temporalmente, pues en una lectura había visto su muerte y eso la asustó. Decidió que no leería más hasta que un día, en un sueño, le dijeron que empezara de nuevo. Comenzó de a pocos al salir de la oficina. A los 26 años decidió estudiar más del tema y encontró un curso de Astrología en Buenos Aires. Lore armó las maletas y alzó vuelo, sola por primera vez. Luego de unos años, pasó lo que les contaba, perdió ese aburrido trabajo administrativo y puso toda su energía y sus ganas en sus amadas cartas. La fila de sus clientes fue haciéndose más larga y con ella llegaron propuestas interesantes, como trabajar en una radio y entrevistas, como la del Canal 7 (canal nacional del Perú)

 

Si hay algo que Lore disfruta es el viajar. Cada vez que tiene oportunidad, viaja a lugares que considera llenos de paz y de una energía maravillosa. Eso la ha llevado a visitar dos maravillas del mundo muchas veces: las magníficas cataratas de Iguazú y la mágica ciudad del Cusco y su Valle Sagrado de los Incas. En lugares como esos encuentra una serenidad que siente transmite a sus cartas, y es esa paz y esa energía la que luego le sirve para encarar las temporadas en las que tiene muchísimo trabajo… Después de todo, ella escucha con paciencia y seriedad las penas y temores de cientos de personas que acuden a ella buscando respuestas, y eso agota. Lleva sus cartas siempre consigo y con ella llegaron hasta el legendario Japón, donde visitó templos y lugares sagrados que la recargaron de energía y amor.

Al preguntarle sobre cómo lidia con la gente que exige una respuesta del tipo ¿cuándo pasará esto o aquello? ¿por qué no sucede tal o cuál? ella es categórica: Los tiempos de sus cartas no son exactos, no marcan días ni horas, pero sí sucesos y circunstancias (como cuando predijeron el embarazo de una de sus clientas que decía que era imposible, y que hoy tiene un pequeño de 3 años). Además, ella está convencida de que lo que dicen sus cartas no es definitivo, ella cree firmemente en que cada quien es dueño de su destino y puede cambiarlo.

Lore aprovecha la tecnología y lee online. Aunque sus principales y más fieles clientes son los de Perú, la virtualidad le ha permitido leer a clientes en Suiza, Japón, España, Ecuador, EEUU, México, Chile y en Argentina. Ella no hace publicidad y es muy discreta, cree en la confidencialidad de quienes confían en ella y tiene una ética laboral impresionante. Es muy exigente con su propio trabajo y busca perfeccionarse cada vez más, incursionando en campos como grafología, quiromancia (que aprendió de su mamá, una fantástica persona), las runas, las constelaciones (en lo quiere profundizar), reiki y seguramente seguirá desarrollando su propia magia, esa que la hace brillar como a pocos. Para ella, la mayor brujería es la envidia, y por eso es muy reservada con sus planes y sueños.

 

Hoy además de sus lecturas y constantes estudios, reparte su tiempo entre viajes y talleres que dicta a otros que quieren desarrollar su intuición, pues cree que todos tenemos esa capacidad dentro.

Al preguntarle qué recomendaría a quien lea esto, con calma contesta «que confíe en su voz interior».

Hay quienes pueden pensar que lo que hace no es más que un truco, una sugestión, una locura. Pero creas o no en su trabajo, es innegable su capacidad para escuchar, para aconsejar, para transmitir una calma peculiar, su constante búsqueda por formarse más y mejor, por perfeccionarse en lo que hace y sobre todo por su pasión por seguir el sueño que la hace feliz. Y eso, para mi, es inspirador.

Las tres infaltables:

¿Cuál fue tu juego o juguete preferido en la infancia?

Un juego: me divertía adivinarles los signos a las personas y preguntarles cuáles eran (NUNCA FALLABA) y un juguete, me encantaban las Barbies porque podía controlar las historias que quería para ellas.

¿Quién o qué te inspira?

Me inspira la gente que sale de su zona de confort, los que se atreven a dejarlo todo por sus sueños, sin ataduras sin remordimientos. Amo la gente con fuerza de voluntad y que su prioridad sea uno mismo, admiro a mis padres que a los 6 meses de conocerse se casaron y hoy llevan 41 años de casados, ellos me hacen creer en el AMOR.

¿Qué desearías inspirar en / a los demás?

Me encantaría que todos pudieran trabajar de lo que les gusta y lograr su independencia económica. 

 

 

Romina Soler: Mundos Mágicos

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Romina Soler

De Romina Soler me inspira su CARISMA.

La conocí hace unos años a través de un amigo en común que me recomendó visitar una de sus exposiciones individuales. Apareció sonriendo entre los divertidos y coloridos personajes de sus pinturas, alegre y vivaz como una de sus propias creaciones.

Aunque de padres argentinos – Luis y Cristina – ella nació en Huelva, España, en 1977. Tenía sólo siete meses de edad cuando decidieron volver a Buenos Aires. Allí, unos años más tarde, nacería Rodrigo, su hermano menor.

Romina tuvo una infancia feliz, repleta de actividades que estimulaban su imaginación y sensibilidad hacia las artes. Recuerda una serie de lecciones… piano, dibujo, pintura, danza y a su madre siempre presente y motivándola. Ya de adulta, estudió derecho – y aunque hoy es socia de una firma privada en Buenos Aires – el arte nunca se alejó de su horizonte; siguió perfeccionándose en diversas técnicas y experimentando con texturas, materiales y colores, creando criaturas imaginarias y mundos que afirma haber soñado desde que tiene memoria.

Hace ya algunos años se mudó al viejo departamento de sus abuelos y allí tuvo la oportunidad de empezar a crear ese mundo soñado. El departamento parece un pequeño museo, donde sólo algunos afortunados pueden empezar a entender su mundo extraordinario. Hay pinturas colgando de las paredes y apoyadas en los pasillos, esperando su turno para adornar el próximo salón. Mientras el aroma de los árboles de tilo se cuela por la ventana abierta, seguimos con la charla… Me cuenta que pinta por las mañanas muy temprano, cuando empieza a salir el sol y la luz es mágica. Le gusta pensar que en sus pinturas hay muchos mundos que coexisten y que las fantásticas criaturas cobran vida, que alguna vez ella pudo visitarlos y vivir con ellos en sus sueños y que vuelven a su mente a enseñarle todo.

Empezó a pintar desde muy pequeñita, jugando a crear álbumes de fotos con su hermano, en los que pintaban escenas fantásticas en el lugar de las fotografías y se convertían en regalos de Navidad para sus padres. En esa época, la familia y las mascotas en diversos escenarios eran los principales protagonistas de sus pinturas. Los primeros materiales fueron crayones y lápices de colores que su mamá le regalaba. A medida que fue creciendo, y luego de sus estudios universitarios, retomó esa pasión dormida por las artes. Empezó con pequeños bocetos en servilletas o boletos de subte y luego pasó a los lienzos. Recuerda cada pintura que ha hecho, lo que sintió mientras la pintaba y lo que pasaba en su vida en ese momento. Descubrió la pintura acrílica y las acuarelas, la pintura al óleo y sus muchas técnicas de aplicación. Hoy prefiere jugar con lo que sea que encuentre, y el collage se ha convertido en un nuevo mundo de posibilidades. Éste le da la libertad que tanto le gusta, empieza con pintura acrílica y pega materiales brillantes, papeles (ha usado páginas de libros que encontró en la calle y de viejas guías telefónicas que su abuela guardaba en un cobertizo), sigue con pintura al óleo y así va creando sus fantásticas piezas. Algo que aun espera poder probar es la pintura en aerosol, que todavía no tuvo oportunidad de usar y la intriga tremendamente.

Romina Soler

Cada una de sus pinturas es única (y preciosa). Nace en un momento particular y se desarrolla hasta que está lista para compartirse con los demás. Ella confiesa que la mayoría de las veces no tiene ni idea de lo que va a hacer cuando se sienta frente a un lienzo en blanco. Entonces empieza a pegar materiales, a jugar con el color, lentejuelas, brillos, papel de revistas. Es como retroceder en el tiempo y verse de niña en el aula de la escuela, con la maestra presentando todos estos magníficos materiales para crear la obra de arte más hermosa. Luego de que la hora de juego termina, Romina se queda mirándola. La observa por días, incluso mientras hace otras actividades. De pronto, empieza a encontrar figuras y formas, objetos, animales y criaturas que empiezan a asomar del caos (a veces nacidos de un sueño). Ese es el instante… Toma un lápiz y comienza a dibujar la forma, luego el trabajo detallado empieza combinando colores, usando diferentes técnicas para lograr nuevas texturas y resultados. Sólo para cuando cree que ya está listo para colgar de una pared.

Sus primeras pinturas eran abstractas, todo era formas y colores. Luego de un viaje a México y otro a Perú, esto cambió. En México visitó playas, ruinas antiguas y pequeños pueblos. Allí, en Oaxaca, comió platos exóticos a base de grillos y aprendió de los locales muchas cosas maravillosas, como de los «alebrijes», un tipo de arte manual tallado en madera y pintado con colores brillantes. Consigo llevó una de esas figuras que con el tiempo se convertiría en la inspiración de algunas de sus fantásticas criaturas. En Perú visitó ciudades y pueblos como el Cusco, Machu Picchu, Ollantaytambo y Aguas Calientes. En cada uno de ellos observó las artes manuales y los colores que utilizaban para teñir la lana de sus textiles. En su paso por Lima y Nasca siguió nutriéndose de experiencias. Con el tiempo tuvo la oportunidad de viajar a Ecuador y a Bolivia. En Ecuador visitó Cuenca y las Islas Galápagos, un paraíso de la naturaleza con tortugas gigantes, colores y formas de otro mundo. En Bolivia, las experiencias y colores no hicieron más que seguir sumando a la inspiración de la ya creativa mente de Romina. Para ella, la cultura latinoamericana ha influido de alguna manera en su arte, haciéndolo más rico. Su paso por Estambul y Marruecos no hicieron más que alimentar su fascinación por la forma y el color. En cada nueva pintura, hay chispazos evidentes de sus viajes y experiencias, y, a mi parecer, eso es lo que los hace tan cercanos a uno. Sus obras son transparentes, sinceras, llenas de una magia inexplicable.

Romina Soler fragmento

Romina ha tenido varias exposiciones individuales y ha participado de una serie de muestras grupales, en Buenos Aires y Rosario. Una de sus obras, «Zoo de Cristal», cuelga de una de las paredes del pabellón de pediatría del Hospital Rivadavia, en Buenos Aires, como parte de la propuesta Art@Hospital. Ha participado presentando obras en el Mercado de las Pulgas para iniciativas como «100 Almas Unidas» o la Noche de los Museos de Buenos Aires. Recientemente su participación en la MAJO, la Muestra de Arte Joven del Museo de la Fundación Rómulo Raggio; y la invitación del genial Milo Lockett para participar de una muestra colectiva en su Espacio de Arte, en la que mujeres artistas expusieron celebrando por el día de la mujer. En ambas muestras tuvo excelentes críticas.

Todavía le emociona ver las reacciones de la gente frente a sus creaciones y cómo a pesar de la distancia, recibe comentarios y propuestas de diversas partes del mundo… Hace sólo unos meses ¡le mandaron de China una pequeña escultura en cerámica de uno de sus personajes!

Como todo espíritu inquieto, sus intereses son variados, y casi sin querer asoma otro de sus amores: El teatro. Ha participado en algunas puestas en escena tanto sobre las tablas como en la producción o asistencia de dirección, y escribe regularmente sobre arte, cultura, teatro y más en diversos medios online.

Todavía hay mucho de Romina Soler por descubrir; pero hoy, mientras nos despedimos de esta fabulosa artista, de energía contagiosa y sonrisa franca, no nos queda más que imaginar a qué mundo fantástico nos llevará de paseo después.

Las tres infaltables…

¿Cuál fue tu juego o juguete preferido de la infancia?

Mi juguete preferido de la infancia es una «muñeca que baila», así la llamaba de chiquita y hasta el día de hoy. Tiene una melodía muy linda, como una cajita de música. Se da cuerda a una manija que tiene en la espalda escondida debajo del vestido y al ponerla de pie se mueve de un lado a otro como si meciera un bebé. Me la regaló mi abuelo Luis y para mí siempre fue «la muñeca que baila», tiene unos rulos rubios que se escapan del sombrero y aún la conservo en mi armario como parte de los tesoros de mi infancia.

¿Quién o qué te inspira?

Lo que me inspira a pintar son los recuerdos de mi niñez, los cuentos infantiles, y todo lo que tenga que ver con la fantasía y la imaginación. Desde muy chica en mi casa nos estimularon en la lectura, mi mamá nos llevaba a la feria del libro y recuerdo especialmente con cariño cuando nos compró el libro «Socorro» de Elsa Borneman que la autora nos dedico a mi hermano y a mí «Para que lo lean al sol» y que aún conservo en mi biblioteca. Además desde pequeños mi papá nos contaba historias antes de
irnos a dormir, las aventuras de perros y gatos que se llamaban Sultan y Michifuz respectivamente, cuando viajábamos de vacaciones inventaba juegos con números y colores, adivinanzas y canciones. Mis padres fueron una gran fuente de inspiración y lo siguen siendo hasta el día de hoy. De mi hermano aprendí el poder de la música, el toca el piano desde chico con dedicación y talento. Yo amo la música, la aprecio con el oído.

¿Qué desearías inspirar en/a  los demás?

Desearía que la gente a través de mis pinturas pudiera soñar, imaginar sus propios mundos fantásticos. Despertar en la gente el amor por el arte, la música y el teatro. Los personajes de los cuadros como por ejemplo las bailarinas de «Había un vez … en el país de las maravillas» podrían haber escapado del ballet de «El lago de los cisnes», o «La oruga» de Alicia está inspirada en mi lectura de Alicia en el País de las Maravillas. Las artes luchan contra el aburrimiento y la ignorancia, son como un ejército que proclama la creatividad y la esperanza.

Si quieres conocer más de Romina Soler, puedes escribirle a rominasoler@gmail.com o seguirla en sus blogs La Ventana Arte y CulturaRomina Soler (en construcción)